miércoles, 24 de abril de 2013

“No soy ni el mejor poeta de mi barrio”


Esto dijo  José Emilio Pacheco en el momento de recoger el más pretigioso de los premios de las letras hispanas, “El Cervantes.” Con él fue premiado este poeta, en el 2009.

José Emilio Pacheco es un poeta ensayista mexicano nacido en Ciudad de México en 1939.

Empezó a brillar desde muy joven en el panorama cultural mexicano, gracias a su dominio de las formas clásicas y modernas y al enfoque universal de su poesía.

Entre sus premios se cuentan: el Premio Nacinal de Poesía, el Premio Nacional de Periodismo Literario, el Premio Xavier Villaurrutia, el Premio Magda Donato, el Premio José Asunción Silva, el Premio Octavio Paz, el Premio Federico García Lorca, el Premio Ibeoamericano de Poesía Palo Neruda, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Cervantes.

Entre sus obras poéticas citaremos “Los elementos de la noche”, El reposo del fuego”, “No me preguntes cómo pasa el tiempo”, “Irás y no volverás”,”Islas a la deriva”, “Desde entonces”, “Trabajos en el mar” y “El silencio de la luna.” 



Tarde o temprano                                                Homenaje a Nezahualcoyotl

I
No tenemos raíces en la tierra.
No estaremos en ella para siempre:
       sólo un instante breve.

También se quiebra el jade
       y rompe el oro
y hasta el plumaje de quetzal se desgarra.

No tendremos la vida para siempre:
       sólo un instante breve.

II
En el libro del mundo Dios escribe
con flores a los hombres
       y con cantos
les da luz y tinieblas.

Después los va borrando:
       guerreros, príncipes,
con tinta negra los revierte a la sombra

       No somos reyes:
somos figuras en un libro de estampas.

III
Dios no fincó su hogar en parte alguna.
Solo, en el fondo de su cielo hueco,
está Dios inventando la palabra.

¿Alguien lo vio en la tierra?

       Aquí se hastía,
no es amigo de nadie.

Todos llegamos al lugar del misterio.

IV
De cuatro en cuatro nos iremos muriendo
       aquí sobre la tierra.

Somos como pinturas que se borran,
       flores secas, plumajes apagados.

Ahora entiendo este misterio, este enigma:
el poder y la gloria no son nada:
con el jade y el oro bajaremos
       al lugar de los muertos.

De lo que ven mis ojos desde el trono
no quedará ni el polvo en esta tierra.

J.E.Pacheco
……….


Este  poema es un homenaje a Nezahualcoyotl. ¿Quién era Nazahualcoyotl? Su nombre significa “Coyote hambriento” y fue un rey de Texcoco desde el 1431 al 1472.

Pero también fue un poeta. Murió a los setenta años y se conservan unas treinta composiciones suyas en las colecciones de manuscritos de cantares precolombinos.

Los temas que desarrolla en ellos on la fugacidad de la vida, la muerte inevitable, la posibilidad de decir palabras, el sentido de la flor y del canto, el enigma del dolor de la vida, etc.

He aquí un poema del Rey-poeta Nezahualcoyotl, en el que sin dda se inspiró J. E. Pacheco: 
Yo lo Pregunto
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

…………….


sábado, 6 de abril de 2013

Claros del bosque


No me respondes, hermana. He venido ahora a buscarte. Ahora, no tardarás ya mucho en salir de aquí. Porque aquí no puedes quedarte. Esto no es tu casa, es sólo la tumba donde te han arropado viva. Y viva no puedes seguir aquí; vendrás ya libre, mírame, mírame, a esta vida en la que yo estoy. Y ahora sí, en una tierra nunca vista por nadie, fundaremos la ciudad de los hermanos, la ciudad nueva, donde no habrá ni hijos ni padres. Y los hermanos vendrán a reunirse con nosotros. Nos olvidaremos allí de esta tierra donde siempre hay alguien que manda desde antes, sin saber. Allí acabaremos de nacer, nos dejarán nacer del todo. Yo siempre supe de esa tierra. No la soñé, estuve en ella, moraba en ella contigo, cuando se creía ése que yo estaba pensando.



En ella no hay sacrificio, y el amor, hermano, no está cercado por la muerte.
Allí el amor no hay que hacerlo, porque se vive en él. No hay más que amor.
Nadie nace allí, es verdad, como aquí de este modo. Allí van los ya nacidos, los salvados del nacimiento y de la muerte. Y ni siquiera hay un Sol; la claridad es perenne. Y las plantas están despiertas, no en su sueño como están aquí; se siente lo que sienten. Y uno piensa, sin darse cuenta, sin ir de una cosa a otra, de un pensamiento a otro. Todo pasa dentro de un corazón sin tinieblas. Hay claridad porque ninguna luz deslumbra ni acuchilla, como aquí, como ahí fuera.

María Zambrano
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Bella prosa poética. Sin entrar en descifrar cuál sea ese mundo nuevo en la intención de la autora, lo cierto es que así nos lo describe. ¿No es el el mundo fecundo que brotará del amor?