CONOCE LAS FUERZAS DEL TIEMPO, Y EL
SER EJECUTIVO
COBRADOR DE LA MUERTE
¡Cómo de entre
mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te
deslizas, edad mía!
¡Qué mudos
pasos traes, oh muerte fría,
pues con
callado pie todo lo igualas!
Feroz de
tierra el débil muro escalas,
en quien
lozana juventud se fía;
mas ya mi
corazón del postrer día
atiende el
vuelo, sin mirar las alas.
¡Oh condición
mortal! ¡Oh dura suerte!
¡Que no puedo
querer vivir mañana,
sin la pensión
de procurar mi muerte!
Cualquier
instante de la vida humana
es nueva
ejecución, con que me advierte
cuán frágil
es, cuán mísera, cuán vana.
El primer
cuarteto incide en el tema del “tempus fugit” y lo resuelve con tres
exclamaciones.
El segundo
cuarteto lo resuelve con tres metáforas: la muerte es un animal feroz; el
cuerpo es el débil muro escalado; su madurez ya sabe que llegará el último
vuelo y no se fía como pudiera hacerlo la juventud.
El primer
terceto resume las ideas anteriores, señalando la contradicción de no poder seguir
viviendo sin acercarse a la muerte.
Vivir es ir muriendo en una degeneración de la vida (frágil, mísera, vana). Es la idea del último terceto.
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La misma idea
en Bécquer. El amor trasciende al enamorado y triunfa de la muerte:
Podrá nublarse
el sol eternamente,
podrá secarse
en un instante el mar,
podrá romperse
el eje de la tierra
como un débil
cristal.
¡Todo
sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con
su fúnebre crespón,
pero jamás en
mí podrá apagarse
la llama de tu amor”.
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