Kabir (Benarés, 1440 –
Maghar, 1518)
Santo de la
India, hilador, músico, místico, filósofo y poeta. No se identificó con ninguna
religión, es más, despreció los credos, ascetismos y denominaciones. Para él,
la vida es una relación, un juego amoroso entre el alma y Dios; el fin de la
vida del hombre es alcanzar la unión con Dios.
Se especula
sobre su origen, ya que fue criado por una pareja de musulmanes que lo encontró
abandonado a las orillas de un lago. Se cuenta de él que fue apresado y
torturado por el emperador, al negarse a reverenciarlo, pero que finalmente lo
puso en libertad..
Predicó la
unidad en esencia de todas las religiones.
En sus escritos se dirige al ser humano, empleando el método socrático
de formular preguntas. Defendió la idea
de un solo Dios, manifestación de todas las cosas, a quien ha de acercarse el
hombre para ser feliz.
…………
Separada de su
amado, la mujer hila en su rueca.
La ciudad de su
cuerpo, con el palacio de su espíritu, se alza en su hermosura.
La rueca del
amor, hecha con las joyas del saber, gira en el cielo.
¡Qué hilos tan
sutiles teje la mujer y cómo los refina su amor y su respeto!
………..
La luna brilla
en mi interior; pero mis ojos ciegos no pueden verla.
La luna está en
mí, lo mismo que el sol. Sin que lo toquen, el tambor de la eternidad resuena
en mi interior; pero mis oídos sordos no pueden oírlo.
Así, en tanto
que el hombre reclame el Yo y lo Mío, sus obras serán como cero. Cuando todo
amor del yo y de lo mío haya muerto, entonces es cuando se consumará la obra
del Señor.
Que el trabajo
no tenga otro afán que el conocimiento.
Alcanzado el
conocimiento, déjese el afán. El afán de la flor es el fruto; cuando el fruto
madura, la flor se marchita.
El ciervo
contiene el almizcle, aunque no lo busca en sí mismo sino husmeándolo en la
hierba.
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