miércoles, 29 de febrero de 2012


QUEVEDO - SABINA


A raíz del “polvo enamorado”, busqué en la red y me encontré con un  interesante trabajo de Juan Pablo Nayret, licenciado por la Universidad Nacional de Mar de la Plata, escritor y conferenciante.

Sostiene Juan Pablo Neyret que la poesía de Sabina tiene influencia del rock, dr Atahualpa, de Homero Manci, de Georges Brassens, de Cérsar Vallejo de Pablo Neruda, de rafael Alberti, de Fray Luis de León y Jorge Manrique…, pero sobre todo de Quevedo.

Sostiene que Quevedo está imbricado en Sabina. Sabina utiliza la ironía y el sarcasmo la mordacidad, las asociaciones impertinentes, los juegos verbales…” Sus letras de uso corriente están entrelazadas con cultismos, equívocos, retruécanos, contrastes y antítesis así como de construcciones anafóricas, al modo quevediano”. Como se ha dicho de Quevedo, también Sabina “se apresuró a reír de todo para no tener que llorar”.
……

Como ejemplo de que ambos, Quevedo y Sabina, utilizan recursos estilísticos parecidos, Neyret compara el poema “Contigo” de Sabina con el soneto de Quevedo que comentábamos hace unos días “Amor constante más allá de la muerte”.

El soneto lo tenésis más abajo. He aquí el poema de Sabina:


Contigo

Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.

Yo no quiero vecinas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.

Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.

Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.

Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.

Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu cicatriz;
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí.

No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas "volvamos a empezar";
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.

Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.


J. Sabina


Según Neyret, Sabina en este poema emplea procedimientos totalmente barrocos, señala tres:

-Utiliza la anáfora: el “Yo no quiero” se repite dieciocho veces en dieciocho versos endecasílabos (metro preferido del barroco).

-Utiza el ablativo absoluto, “corazón cobarde” que es un recurso arcaizante: “lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí”. Seguramente lo usa como vocatico referido al tú femenino.

- Podemos concluír que en los versos “Y morirme contigo si te matas/ y matarme contigo si te mueres/ porque el amor cuando no muere mata/ porque amores que matan nunca mueren”, son un suerte de glosa de todo el soneto de Quevedo “Amor constante más allá de la muerte”. A su vez, el último terceto del soneto de Quevedo, y en especial el último verso: “Polvo serán, mas polvo enamorado”, resume también el estribillo de Sabina. 

sábado, 18 de febrero de 2012

Francisco de Quevedo (1580 - 1645)


Es más reconocido como prosista que como poeta. Sin embargo, es uno de los mejores poetas de la lengua castellana. Toda su producción emana pesimismo y desengaño, por lo que quizá sea el poeta más representativo del Barroco.
Sus sonetos son famosísimos.

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa;

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.

F. de Quevedo
..............
Si nos fiamos de Dámaso Alonso, este soneto de Quevedo “es  seguramente el mejor soneto de Quevedo y, probablemente, el mejor soneto de toda la literatura española”.
El Conceptismo propio de Quevedo dificulta una primera comprensión.
En el primer cuarteto habla de la muerte y merecen especial atención la antítesis del segundo verso y el hipérbaton del tercero y cuarto.
La adversativa “mas” del segundo cuarteto pretende oponer a la muerte el deseo de permanencia. Con la “ribera” alude al mito del río Leteo que separaba el mundo de los vivos del de los muertos. Otra antítesis adorna el tercer verso.
En el primer terceto la pasión del amor domina lo físico y el segundo terceto insiste en la superación de la muerte
En el último verso podemos encontrar toda la intención del poema. El autor se revela contra la idea no de sobrevivir a la muerte, ya que al menos el amor debería permanecer más allá.

martes, 14 de febrero de 2012


No me nueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muévete el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.

No tienes que me dar porque te quiera,
pues, aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Anónimo

Este soneto se ha atribuido a Santa Teresa, a San Francisco Javier, a San Ignacio de Loyola…En ningún caso con fundamento y sigue considerándose como anónimo.
Prácticamente es conocido por todos los españoles, pues es un poema donde predomina lo afectivo y el pueblo español es muy receptivo a este tipo de religiosidad “afectiva”.
El tema es muy repetido en esa época. Es el amor desinteresado hacia Dios en correspondencia al infinito amor al hombre.
El autor lo plantea en forma de diálogo directo con Cristo. Es una plegaria. La esencia de la plegaria es la repetición. Repite como recurso el “muéveme”, el “querer”, el “esperar”… Este recurso se llama ANÁFORA.

viernes, 3 de febrero de 2012

Soneto serenata



Si en el poyo más limpio o más pestífero
de tu cocina fresca y arómática
duermes por no escuchar la dulde plática
de este cautivo pobre lacayífero,

despierta de mi pena al son mortífero
Medea pucheril, Circe fregática,
pues eres la piscina y la probática
que me ha de dar remedio salutífero.

Vuelve los pernizarcos ojos rígidos
a este ojizambo amante en mil recámaras
el alma llena de héticas y tísicas.

Mira que de tener los pies tan frígidos
podrá, señora, ser que me den cámaras,
que para ti serán crueldades físicas.

Lope de Vega
  imagen: museodelarte.blogspot.com  la cocinera de Pieter Aertsen

Me gusta especialmente el juego de construir los adjetivos “pernizarcos” y “ojizambo”cruzando las cualidades:
Zarcos se dice de los ojos (ojos azules.)
Zambo se dice de las piernas (el que tiene las rodillas juntas y las piernas haca afuera.)
El yo poético describe los ojos de esa amante que anda entre fogones, diciendo que son pernizarcos y  a sí mismo como ojizambo.
No menos divertidos son los nombres con los que a ella se dirige: “Medea pucheril” y
 “Circe fregática”.