Carlos Oroza (Viveiro, Lugo,
1923)
Poeta que
define a los libros como “cementerio de signos” y que se declara partidario de
la poesía oral. Ha dado múltiples recitales por toda España.
Entre sus
obras, “Eléncar”, “Una porción de tierra gris del norte”, “La llama prestada” y
“Un sentimiento ingrávido recorre el ambiente.”
Ha recibido en
Nueva York, “El Premio Internacional de Poesía Underground.”
Malú
Parece entonces
como si yo y yo fuésemos dos personas que se persiguen mutuamente. Es en la
evasión donde está el sentido de mi propia seguridad.
Oh eva
évame malú
évame malú.
Hoy en
ferragosto o julio triste prohibido e inasequible. Solo
oh eva.
Évame eva.
Évame si me
transito.
Era de noche
por tus ojos de fiebre-ómnima por tus manos que me acarician.
Era extraño
cómo subsistía por la noche cada noche deviniendo por mis pasos
para encontrar
dormido el cuerpo enfermo en la otra casa.
Mi cuerpo
contra mí –Tu boca caliente y sofocada-
conflúyete
abrázate
no rompas el
silencio no toques la pared
me conforto con
tu aliento
miro por tus
ojos empujo por tus ojo
y me encuentro
con las últimas cenizas.
Me dejo en
libertad –ómnima mis pasos
y corro- corro
por la playa hacia la casa abandonada.
No sé qué hacer
si estoy detrás de mí
tengo miedo
tropezar tu cara
mirar tus ojos
y verme divisado
aspirar tu
aliento y verme sunsistido
tropezar tus
manos y verme aderezado
cariño eva
évame.
Ómnima si mi
pálpito se pierde por los trenes y pulula por los gemidos
mi pálpito
pegado al vies dolorosamente ernesto a tu cintura a ti
mismo
cuando me dejo
en libertad
y corro corro –
corro por la playa hacia la casa abandonada
ómnima
ómnima
ómnima
mientras
subsisti estraño por la noche deviniendo por mis pasos
para encontrar
dormido el cuerpo enfermo en la otra casa.
Oh eva
évame eva
évame si me
transito.
Intento
translucirme malú para llevar contigo
y no hay apoyo
vital para afirmarme
y es como
llegar a mí malú contigo.
Madre por una
sola vez si me transcurres.
tras subo o me
adelantas la luz para llegar arriba
por una sola
vez una vez dos veces tres veces golpeándome en la sienes.
Tus brazos
retenidos en las sombras,
tu mano y tu
latido,
tu voz poderosa
desde abajo – contigua hacia el balcón
para decir que
ha muerto alguno en esta casa
pudo haber
muerto alguno en esta casa
y es como
llegar a mi malú contigo
inmersa
golpeando
fuertemente desde abajo
golpeando en
las escalera
metiendo tus
manos tus codos tus brazos por los huecos
golpeando la
pared.
Tremándame en la
vértebra
demorando mis
pasos por las sombras.
Una vez me
escupiste cenizas en los ojos
y yo te dije
sigue sigue
sigue.
Te me
adelantas. Tengo miedo. Estás golpeando al mundo.
Pero tú me
das-malú – malú
Malú para
llegar arriba.
Oh eva -Évame -
Eva - Évame si me transito.
Carlos Oroza
América
Me he
despertado en este trozo oscuro y estoy inmerso en esta oscuridad y es más
inmensa aún la noche inmensa y casi muerta la noche arrastrar con su voz
trepando.
Por eso cuando
ibas por la carretera y te desviaste hacia el mar
Y me contaste
que habías visto salir de debajo de las aguas brazos. Brazos trepando. Trepando
hacia la arena.
Comprendí que
eran seres, miles de seres que el mar
había rescatado. Miles de años de seres de América escapada.
América estaba
al lado del mar tratando de subir por una inmensa cuesta blanca arriba
De arena blanca
hasta llegar al blanco fronterizo con la carretera.
Era toda
América crucificada a la orilla
toda la América
insalvada y fija.
Brazos saliendo
del mar crucificados avanzando
brazos pájaros
sin cabeza
brazos voces
sumisas en la orilla.
Y Poe estaba
americando
y Poe llevaba
un bicho que había
salido por su
boca.
Y era Poe Poe
Poe haciendo
ruidos con el agua
Poe besando por
el alma de la playa.
Y toda aquella
gente que venía suspendida por la carretera
no se daba
cuenta de nada
porque no tenía
la costumbre de mirar la oscuridad
ni en sus ojos
estaban habituados a la noche.
Estaban los
ojos oriundos los ojos de una infinita estepa sedienta y soleada.
Y fue horrible
enfrentarse con “aquello”
enfrentarse con
la carretera y bajar al mar.
América estaba
crucificada a la orilla,
toda la América
incluida.
La América
errante y los brazos se alzaban. Se alzaban y se hundían
se hundían y se
alzaban.
Se alzaban
goteando hasta llegar al blanco fronterizo entre la
carretera y el
mar.
Era América
crucificada América hundida que trataba de llegar
a la carretera.
Aquella noche
en la playa cruzaste. Tocaste aquellas manos
y las manos se
soliviantaron. Empezaron a levantarse y a rechazarte.
Empezaron a
golpear en el mar a sublevar las olas
a devolver al
aire al cielo al techo la lluvia que había secado
y tú has
tocado. Ha dado con las manos en el aire.
Has dado con
las manos en el agua y estás golpeando.
Golpeando de
nuevo el agua.
Y Poe estaba
americando. Y Poe llevaba un bicho que había salido
por su boca.
Poe haciendo
ruidos con el agua.
Poe besando por
el alma de la playa.
Y América ya no
recibía calor. América estaba crucificada
y no había
conseguido avanzar ni un milímetro tan solo.
Penetraste aún
más. Llegaste al pie del agua te transformaste
y querías
atraer las cosas. Atraerlas a la carretera y llevárselas a la noche inmensa y
seca
y había miles y
miles de kilómetros y ellos estaban estancados.
Estaban
estampados por la espalda y por el pecho.
Estaban
estampados en la arena y contra el agua
y Poe estaba
americando. Y Poe llevaba un bicho que había salido de su boca
y era Poe Poe
Poe.
Poe haciendo
ruidos con el agua. Poe besando por el alma de la playa.
Y América
estaba crucificada a la orilla
y no había
conseguido avanzar ni un milímetro tan solo.
Desesperadamente
de amaramar mi alma se multiplicaba
y se engendraba
buscando canales para salvarse
y no podía ser.
Tropezaba contra la carretera y no podía avanzar
y volvía
formando círculos a incrustarse en los dedos de América.
Y Poe estaba
americando. Y Poe llevaba un bicho que había
salido de su
boca
y era Poe Poe
Poe.
Poe haciendo
ruidos en el agua,
Poe besando por
el alma de la playa.
Carlos Oroza
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