jueves, 28 de febrero de 2019


Romance al buen empleo del tiempo

¡Oh cuánto pierde quien pierde
el preciosísimo tiempo!
¡Oh cuánto gana quien gana
sus instantes y momentos!

Toda la plata y el oro
y diamantes de más precio
no valen lo que un instante
que se gasta para el cielo.

¡Oh tiempo, riqueza suma
a quien te estima! Yo creo
que ni un solo respirar
no le exhale sin provecho.

¡Oh infelicísima vida
la que he gastado sin miedo
de la cuenta que he de dar
del instante más pequeño!

Las coronas y las mitras,
y aun las tiaras, es cierto
que son la misma desgracia
si desperdician el tiempo.

¡Oh si licencia les dieran
a los que gastaron, necios,
el tiempo, sin granjear
que volviesen a sus cuerpos!

Con provechosa codicia,
divinamente avarientos,
guardarían los instantes
como antes los dineros.

Para adquirir y ganar
vivimos este destierro,
y nuestros censos y juros
son los espacios del tiempo.

Depende una eternidad
de solo un instante incierto:
¿Pues cómo se pasa instante
sin dar pasos a lo eterno?

¡Oh si me diesen a mí
tiempo en que llorar el tiempo
que tan sin cuenta he gastado
todo lo mejor del tiempo!

De mi tiempo mal gastado,
Dios mío, [a] aquel tiempo apelo
que dispuso tu piedad
el que yo llegase a tiempo.

A sus vanas alegrías
llama el malo pasatiempos,
y tiempos que así se pasan
traerán tristeza a su tiempo.

¡Oh si todos entendiesen
el que no es ahora tiempo
de gozar! Que el padecer
sea dedicado este tiempo.

Sor Marcela de San Félix
(Hija de Lope de Vega)



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viernes, 22 de febrero de 2019



 Cien años de soledad

La Idolatría de Aureliano y Amaranta Úrsula o el Juego de las Muñecas.

“Mientras él amasaba con claras de huevo los senos eréctiles de Amaranta Úrsula, o suavizaba con manteca de coco sus muslos elásticos y su vientre aduraznado, ella jugaba a las muñecas con la portentosa criatura de Aureliano, y le pintaba ojos de payaso con carmín de labios y bigotes de turco con carboncillo de las cejas, y le ponía corbatines de organza y sombreritos de papel plateado. Una noche se embadurnaron de pies a cabeza con melocotones en almíbar, se lamieron como perros y se amaron como locos en el piso del corredor y fueron despertados por un torrente de hormigas carniceras que se disponían a devorarlos vivos.”

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G.G.Márquez en su monumental “Cien años de Soledad”.
Aureliano y Amaranta Úrsula son la última pareja de la larga familia de los Buendía, antes de la desaparición de Macondo. Paradógicamente Aureliano ya no es un Buendía.
Es un amor incestuoso entre tía y sobrino y paradójicamente también nos asegura el autor que entre los incontables amores que tienen lugar a lo largo del relato, éste es el único verdadero.
La Soledad es la protagonista de estos cien años. Y esta soledad consiste en la falta del verdadero amor por parte de todos los personajes. Y otra vez paradógicamente desaparece la soledad cuando desaparece Macondo y descubre el amor su última pareja.
En cada capítulo Márquez nos transporta hacia lo exagerado y una vez allí instalados, nos deja disfrutando de su “normalidad”. ¿Qué si no por ejemplo el gorro de papel y el torrente de hormigas?

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sábado, 16 de febrero de 2019


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 Vicente López y Planes (Buenos Aires, 1785 – 1856)

Doctor en derecho, capitán del ejército,  Diputado, secretario de Hacienda, ministro, presidente del Tribunal de Justicia y Gobernador de Buenos Aires.
Como poeta, se distingue por su carácter comprometido con la lucha por la independencia y su acendrado patriotismo.

Entre sus obras, “El Himno Nacional”, “Los Himnos patrióticos”, “El triunfo argentino”.


Marcha patriótica

Coro

Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos
o juremos con gloria morir.

Oíd ¡mortales! El grito sagrado:
¡Libertad, libertad, libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas:
Vede en trono a la noble igualdad.
Sr levanta a la faz de la tierra
una nueva y gloriosa nación:
coronada su sien de laureles
y a su planta rendido un león.

Coro

De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar;
la grandeza se anida en sus pechos,
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor,
lo que ve renovado a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.

Coro

Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor:
todo el país se conturba con gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
esculpió sus pestífera hiel,
su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.

Coro

¿No lo veis sobre Méjico y Quito
arrojarse con saña tenaz?
¿Y cuál lloran bañados en sangre

Potosí, Cochabamba y la Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?

Coro

A vosotros se atreve ¡Argentinos!
el orgullo del vil invasor,
vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a esos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.

Coro

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El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor,
el clarín de la guerra cual trueno
en los campos del Sud resonó;
Buenos Aire se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita Unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo León.
San José, San Lorenzo, Suipacha.
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental;

son letreros eternos que dicen:
“Aquí el brazo argentino triunfó.”
“Aquí el fiero opresor de la patria
Su cerviz orgullosa dobló.”

Coro

La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista el tirano
con infamia a la fuga se dio;
sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la libertad.
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno a su gran majestad.

Coro

Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín.
Y de América el nombre enseñado,
les repite ¡mortales! Oíd:
¡Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al gran Pueblo Argentino, Salud!

Vicente López y Planes


domingo, 10 de febrero de 2019


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Miguel Hernández (Orihuela, 1910 – 1942)


Poeta autodidacta, perteneciente a la Generación del 27. 

Condenado a muerte después de la Guerra Civil española, y conmutada la pena por cadena perpetua, murió en la cárcel con apenas 31 años.

Entre sus obras, “Perito en lunas”, Cancionero y romancero de ausencias” y “La nana de la cebolla”.


Andaluces de Jaén

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

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Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna aluna,
pesan nsobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus oliveres.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

Miguel Hernández