Quevedo, es
considerado el satírico más universal de la literatura española.
Su famosísimo y
popular ingenio hizo que se le atribuyeran toda clase de chistes , ocurrencias
y agudezas, groseras las más de las veces.
De aspecto
físico no muy favorable (cojo y miope con gafas oscuras espantosas y de enorme
nariz) supo burlarse de los defectos ajenos como de los propios. Siendo él un
narigudo, recordemos su famosísimo soneto:
Érase un
hombre a una nariz pegado,
Érase una
nariz superlativa,
Érase una
nariz sayón y escriba.
Érase un peje
espada muy barbado.
Era un reloj
de sol mal encarado
Érase un
alquitara pensativa,
Érase un
elefante boca arriba,
Era Ovidio
Nasón más narizado.
Érase un
espolón de una galera,
Érase una
pirámide de Egipto,
Las doce
tribus de narices era.
Erase un
naricísimo infinito,
Muchísimo
nariz, nariz tan fiera
Que en la cara
de Anás fuera delito.
Chistes,
antítesis, juegos de palabras, hipérboles, palabras nuevas…Puro Conceptismo.
Curiosa y menos
conocida la siguiente versión del mismo soneto:
Érase un
hombre a una nariz pegado,
Érase una
nariz superlativa,
Érase un
alquitara medio viva
Érase un peje
espada mal barbado.
Era un reloj
de sol mal encarado,
Érase un
elefante boca arriba,
Érase una
nariz sayón y escriba,
Era Ovidio Nasón
más narizado.
Érase un
espolón de una galera,
Érase una
pirámide de Egipto,
Las doce
tribus de narices era.
Érase un
naricísimo infinito,
Frisón,
archinariz, caratulera,
Sabañón
garrafal, morado y frito.
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