Jorge Luis Borges (Buenos
Aires, 1899 – Ginebra, Suiza1986)
Crítico
literario, bibliotecario, traductor,
ensayista, narrador y poeta.
Represaliado
por el peronismo, fue depuesto de su cargo de bibliotecario, ganándose la vida
en adelante como conferenciante.
Entre sus obras
en verso, “Fervor de Buenos Aires”, “Luna de enfrente”, “Cuaderno San Martín”
Entre sus obras
de narrativa, “Historia universal de la infamia”, “El jardín de los senderos
que se bifurcan”, “Ficciones”, “El Aleph”
Entre sus
premios, el “Nacional de
Literatura”, el “Premio Internacional de
Literatura Formentor” y “Cervantes” en España.
Un ciego
No sé cuál es
la cara que me mira
cuando miro la
cara del espejo;
no sé qué
anciano acecha en su reflejo
con silenciosa
y ya cansada ira.
Lento en mi
sombra, con la mano exploro
mis invisibles
rasgos. Un destello
me alcanza. He
vislumbrado tu cabello
que es de
ceniza o es aún de oro.
Repito que he
perdido solamente
la vana
superficie de las cosas.
El consuelo es
de Milton y es valiente,
pero pienso en
las letras y en las rosas.
Pienso que si
pudiera ver mi cara
sabría quién
soy en esta tarde rara.
Barrio recuperado
Nadie vio la
hermosura de las calles
hasta que
pavoroso en clamor
se derrumbó el
cielo verdoso
en abatimiento
de agua y de sombra.
El temporal fue
unánime
y aborrecible a
las miradas fue el mundo,
pero cuando un
arco bendijo
con los colores
del perdón la tarde,
y un olor a
tierra mojada
alentó los
jardines,
nos echamos a
caminar por las calles
como por una
recuperada heredad,
y en los cristales
hubo generosidades de sol
y en las hojas
lucientes
dijo su trémula
inmortalidad el estío.
Sábados
Afuera hay un
ocaso, alhaja oscura
engastada en el
tiempo,
y una honda
ciudad ciega
de hombres que
no te vieron.
La tarde calla
o canta.
Alguien
descrucifica los anhelos
clavados en el
piano.
Siempre, la
multitud de tu hermosura.
A despecho de
tu desamor
tu hermosura
prodiga su
milagro por el tiempo.
Está en ti la
ventura
como la
primavera en la hoja nueva.
Ya casi no soy
nadie,
soy tan sólo
ese anhelo
que se pierde
en la tarde.
En ti está la
delicia
como está la
crueldad en las espadas.
Agravando la
reja está la noche.
En la sala
severa
se buscan como
ciegos nuestras dos soledades.
Sobrevive a la
tarde
la blancura
gloriosa de tu carne.
En nuestro amor
hay una pena
que se parece
al alma.
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