sábado, 19 de junio de 2021

Francisco de Quevedo (1580 - 1645)

Es más reconocido como prosista que como poeta. Sin embargo, es uno de los mejores poetas de la lengua castellana. Toda su producción emana pesimismo y desengaño, por lo que quizá sea el poeta más representativo del Barroco.

Amor constante más allá de la muerte

 

Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra, que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía

hora, a su afán ansioso lisonjera;

 

mas no de esotra parte en la ribera

dejará la memoria en donde ardía;

nadar sabe mi llama la agua fría,

y perder el respeto a ley severa;

 

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

médulas que han gloriosamente ardido,

 

su cuerpo dejarán, no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrán sentido.

Polvo serán, mas polvo enamorado.

Si nos fiamos de Dámaso Alonso, este soneto de Quevedo “es  seguramente el mejor soneto de Quevedo y, probablemente, el mejor soneto de toda la literatura española”.

El Conceptismo propio de Quevedo dificulta una primera comprensión.

En el primer cuarteto habla de la muerte y merecen especial atención la antítesis del segundo verso y el hipérbaton del tercero y cuarto.

La adversativa “mas” del segundo cuarteto pretende oponer a la muerte el deseo de permanencia. Con la “ribera” alude al mito del río Leteo que separaba el río de los vivos al río de los muertos. Otra antítesis adorna el tercer verso.

En el primer terceto la pasión del amor domina lo físico y el segundo terceto insiste en la superación de la muerte.

Imágenes:https://www.google.com/

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