Aurora Estrada (Puebloviejo, Ecuador, 1903 – Guayaquil, 1967)
Pedagoga y
poeta. Se dio a conocer como poetisa importante con sus poemas “Cuando vuelva a
mí” y “Poemas de la casa en ruinas”, con los que ganó el primero y segundo
puestos en los Fuegos Florales de 1923, con apenas veinte años.
Entre sus
obras, “Como el incienso”, “Nuestro canto”, “Cometas al viento”, y “Veinte
trenos y una canción de cuna.”
Poema de la casa en ruinas
La casa en
ruinas, blanca como una niña anciana
que saliera a
tomar el sol de esta mañana,
sobre el camino
lacio, tristemente curvada,
se halla como
de algún largo viaje cansada.
Sobre el tejado
rojo inquieta enredadera
se extiende
como un verde manto de primavera
y en la ventana
un trozo de tela desteñida
finge una mano
trémula en larga despedida.
Cuelga un nido
vacío de errante golondrina
en el alero
roto que a la tierra se inclina,
y entre los
corredores las pacientes arañas
con seda fina y
suave tejieron sus marañas.
En el umbral
soleado sigue la negra puerta
como pupila
fija y enigmática abierta...
ascendamos,
hermana, por la escala de piedra,
por la escala
que adorna, ya marchita la yedra.
Semejando el
lamento del que se encuentra herido,
cómo cruje
doliente el piso carcomido
escucha
unciosamente como que huyeran alas
nuestros pasos
leves por las desiertas salas.
Ríes de mis
palabras y el surtidor sonoro
de tu garganta
perla como fuente de oro.
La casa en
ruinas, blanca como una niña anciana,
mi sueño sin aurora,
bien cobijara hermana.
Y nos vamos al
fin por la senda florida,
tú alegre y
sonrosada en plenitud de vida,
yo pálida,
llevando mi primavera muerta
como si fuera el alma de la casa desierta.
Mi ruego
¡Señor! Llévate
todos los dones que me diste:
mi juventud
enferma, mi sonora alegría,
las alas de mis
sueños, mi primavera triste
y, si también
lo quieres, mi cáliz de Poesía.
Marchita mis
rosales, mancha mi blanca veste,
manda los
buitres negros de la desolación
a que se
nutran, ávidos, en la carne celeste
del ruiseñor
que canta dentro de mi corazón.
Haz duro el pan
que coma, más negra la negrura
de mi incierto
destino; dame el vasto dolor
que soporta la
Tierra. Toda la desventura
recibiré serena si me dejas mi amor.
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