Reneé Acosta (Ciudad de México, 1976)
Licenciada en
Filosofía, ensayista, escritora y poeta.
En su poesía
abundan elementos filosóficos, científicos y de carácter místico.
Entre sus
obras, “El jardín de vértigo”, “Milésima de segundo por la muerte de Pablo
Ochoa”, “Moebius” y “El sentido d las horas.”
Entre sus
premios, El Premio Nacional de la Juventud Agustín Melgar y el Premio Gabriela
Mistral.
Reiteración de las cosas
los mismos ojos
los mismos labios
el mismo guiño
el
padecimiento no tiene medida
ni las
gratitudes del amor son cuantificables
somos las
mismas ecuaciones repetidas
nadie en el
acontecer de las cosas ve
cómo sus
gestos, sus labios, ese guiño
pudieran ser
los signos indescifrables
que determinen
cruzar el rubicón
o tener tres
divorcios
-ese hombre
tiene algo fascinante- dice la mujer
ese algo, esa
fascinación es la lectura anticipada
de las señales
repetidas en los signos invisibles
Sócrates creía
en los signos
la mujer que
murió de amor veía en los signos
don Isidro el
pescador conocía los signos de las aguas
y las nubes
yo creo en la
perseverancia de las redes
en la
insolación del águila, en los vagones perdidos
en el tren de
los actos y circunstancias
en el no dicho
Breve crónica del aire
La luz
flotando a polvo en las fisuras
una ventana
más allá el
campo
rumoroso
el viento y
nada
nada
la simple
espesura del viento
meciéndose en
la hierba luminosa
que nadie mira
Una buena vejez
Mientras la
gente vive su vida como si fuera
dueña de su
destino
en los
mercados y las calles,
en la plaza,
un hombre viejo alimenta a las palomas
observa a un
hombre meditabundo en una banca
que mira a
otro cruzando la esquina
las carretas
pasan sin cesar, llevan a los tripulantes de las
nuevas
construcciones,
a los mercaderes de otras décadas
a los que habrán de perder sus próximas
batallas
y sin embargo
ríen con entusiasmo
porque ignoran cada mañana cómo será el atardecer.
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