viernes, 28 de julio de 2023

José A. Conde (Sierra de Luna, 1961)

Es un poeta y artista plástico. Entre sus obras: ¡La Vigilia del Mármol’, ‘La diferencia que cubre la trampa’, ‘El ángulo y la llaga’, ‘ Agnus Hominis’, ‘Pasos mínimos’ y ‘Discanto’.

Sin más pretexto

Sin más pretexto

que la ortiga incandescente,

me hospedo en el almíbar,

en la brevedad del lamento

y nadie moldea mi vientre

ni lo mancha de brasa, ni dilata su reino.

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jueves, 20 de julio de 2023

Vladimir Vladimirovich Mayakovski (Baghdati, 1893 – Moscú, 1930)

Fue un poeta y dramaturgo revolucionario ruso-soviético, iniciador del ‘futurismo ruso’. Entre sus obras: ‘Yo mismo’, ‘La flauta vertebral’, ‘Misterio bufo’, ‘Acerca de esto’, ‘El cinche’ y ‘Hablando a plena voz’.

¡Escuchen!

¡Escuchen!

¿Si las estrellas se encienden,

quiere decir que a alguien les hace falta,

quiere decir que alguien quiere que existan,

quiere decir que alguien escupe esas perlas?

 

Alguien, esforzándose,

entre nubes de polvo cotidiano,

temiendo llegar tarde,

corre hasta llegar hasta Dios,

y llora,

le besa la mano nudosa,

implora,

exige una estrella,

jura,

no soporta un cielo sin estrellas,

luego anda inquieto,

pero tranquilo en apariencia,

y dice a alguien:

‘¿Ahora estás mejor, verdad?

‘¿Dime, tienes miedo?’

¡Escuchen!

¿Si las estrellas se encienden,

quiere decir que a alguien les hace falta,

Quiere decir que son necesarias,

quiere decir que es indispensable,

que todas las noches,

sobre cada techo,

se encienda aunque más no sea una estrella?

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sábado, 15 de julio de 2023

María Beneyto (Valencia, 1925)


Poetisa española. Entre sus obras: ‘Eva en el tiempo’, ‘Criatura múltiple’, ‘Poemas de la ciudad’, ‘Vida interior’, ‘El agua que rodea la isla’, ‘Para desconocer la primavera’ y ‘Casi un poco de nada’.

El día que será


Ya no importa saberlo. Será el día

del arco iris cómplice del agua

que llore demasiado por los muertos,

y habrá quizás en el ambiente estigmas

de señalada indecisión, palomas

que endulzarán la luz, gaviotas grises

salobres de renuncia y de recuerdo

y golondrinas, golondrinas blancas…

Hasta vendrán las olas más rebeldes

llenas de pez disuelto, a verte quieta

y a dejarte la brisa en vez de viento

sobre la piel, con terquedad amorosa.

 

Un día como tantos. De la huida

tan sólo quedará aquella palabra

que seguirá secreta, intraducible,

y cada vez que vuelva el arco iris,

vendrás -roja, amarilla, azul y verde-

a pretender decirla.


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domingo, 9 de julio de 2023

Victorino Abente y Lago (Mugía, España, 1846 – Asunción, Paraguay, 1935)

Poeta español de nacimiento, pero radicado en Paraguay, país con el que se identificó plenamente, sobre todo en el enfrentamiento con las tropas brasileñas, argentinas y bolivianas. Fue conocido como el poeta de la “Resurrección nacional.”

Entre sus obras, “Mis dos patrias”, “La tejedora de Ñandutí” y “Sibila paraguaya.”

Romance de la paraguaya

Era una noche de luna.

Estando en el Paraguay,

aspirando el grato aroma

de un frondoso naranjal,

 

vi una joven paraguaya

de tierna y hermosa faz,

sentada la pie de un naranjo,

suspirando sin cesar.

 

-¿Por qué suspiras –le dije-

Con tan profundo dolor?

-¡Ay!, suspiro, porque tengo

desgarrado el corazón.

 

La guerra de tres naciones

que a mi patria desoló,

en el mundo abandonada

sola y triste me dejó.

 

Mi padre, siguiendo a López,

allá por Cerro-Corá,

cayó cubierto de heridas

al pasar el Aquidabán.

 

-¿No tienes algún hermano

que mitigue tu dolor?

–Tuve tres, pero yo sola

gimo en la desolación.

 

Uno murió en el Pilar,

otro murió en Tuyutí,

y el tercero defendiendo

las trincheras de Humaitá.

 

-¿Acaso también tu madre

tuvo esa suerte infeliz?

Después de tantas penurias

murió ella también allí.

Las alas rotas

Tú desde entonces eres la elegida

para mi corazón aventurero,

y tenías que ser para mí, pero

¡estabas tan distante de mi vida!

Estabas tan lejana y escondida

en no sé qué recodo de un sendero,

que te buscaba en vano.

 

¡Oh!, el artero

destino cruel de mi ilusión florida.

En la inquietud de mi peregrinaje,

todos los privilegios del paisaje

decoraron mis múltiples derrotas.

Y al fin mi corazón, por un acaso,

se durmió para siempre en tu regazo,

ciego de luz y con las alas rotas.

¡Qué chasco!

Una noche soñé que en blanco lecho

bellísima mujer me acariciaba;

y su corazón, violento, se agitaba

cual si quisiera abandonar el pecho.

 

Yo, como ella, también sentía estrecho

el espacio en que el mío palpitaba,

y ávido de placeres se excitaba,

con el deseo convertido en hecho.

 

Mimos llenos de amor, besos, abrazos.

¡Qué momentos de gozo embriagadores!

Mas ¡ay! Triste de mí. Lo que en mis brazos

 

al despertar hallé: ¿saben lectores,

lo que entre ellos tenia aprisionada?

¡Que era de mi cama la almohada!

Silogismos

En amores hay dolores

pues en amar hay pesar,

y si hay pesar en amar,

son dolores mis amores.

 

Si sufreindo, estoy queriendo,

pues quiero por ser sincero,

es bien probado que quiero

querer estando sufriendo.

 

Muchos, al amor, gozar

llaman, porque bien no aman,

los que bien aman, no llaman

dulce gozar al amar.

 

La pasión a la razón

mata, cuando se está amando,

no se puede gozar, cuando

lucha razón y pasión.

 

Si hay dolores en amores,

queriendo se está sufriendo,

es así que estoy queriendo,

luego yo quiero dolores.

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lunes, 3 de julio de 2023

Pepa Parra (Jerez de la Frontera, 1965)

Es Licenciada en Filología Hispánica. Columnista en la prensa y en revistas de literatura.

Ha publicado entre otros, los poemarios “Geografía carnal”, “Alcoba de agua”, “Tratado de cicatrices”, “Idolatría” y “La hora azul.”

Entre otros premios, ha recibido el Premio Internacional de Poesía Loewe de la Creación Joven y el Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes.

I -Del tacto

Acércate despacio a mis dominios;

que tus dedos tanteen el espacio

ciegamente, la oscuridad que envuelve

mi cuerpo; que construyan un camino

y lleguen hasta mí a través del velo

espeso y taciturno de las sombras.

Sálvame con la luz que hay en tus dedos

si me tocan, conjura la desidia,

enciéndeme o abrásame en el tacto

esplendoroso y claro de tus manos.

Como las mariposas de la noche,

hacia la llama iré que tú convocas,

que prefiero quemarme a estar a oscuras.

II -Del olfato

La vainilla; el espliego; el verdín; la canela.

A veces un aroma delgado como de agua,

como de nube o lluvia; a veces un violento

perfume que recuerda la piel de una gacela,

el sudor y la sangre de un animal en celo.

Pero siempre, al final, la vainilla, el espliego...

III -De la visita

Para tus ojos.

Para tus ojos fieramente abiertos.

Para tus ojos fijos.

Para tus ojos con caudal de fiebre.

Para tus ojos grandes.

Una orquídea de carne voluptuosa

para tus ojos ávidos

con vocación de abejas.

IV -Del gusto

Hay sal sobre los labios. En la lengua,

un resto de naufragios y sirenas,

tal vez algas, y el gusto de los fondos

espumosos y verdes del océano.

El sexo siempre sabe a mar de invierno,

a galernas en medio de la noche.

V -Del oído

Se levanta tu voz, se enrosca y se estremece,

serpiente y remolino, se enzarza en mis cabellos,

sube aún, se engrandece, se enajena en rugido

y pierde la noción del trino o la palabra.

Eres otro en tu voz. No conozco a ese hombre

que grita en el placer, delicioso extranjero

que habla lenguas angélicas en una cama impura.

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