domingo, 9 de julio de 2023

Victorino Abente y Lago (Mugía, España, 1846 – Asunción, Paraguay, 1935)

Poeta español de nacimiento, pero radicado en Paraguay, país con el que se identificó plenamente, sobre todo en el enfrentamiento con las tropas brasileñas, argentinas y bolivianas. Fue conocido como el poeta de la “Resurrección nacional.”

Entre sus obras, “Mis dos patrias”, “La tejedora de Ñandutí” y “Sibila paraguaya.”

Romance de la paraguaya

Era una noche de luna.

Estando en el Paraguay,

aspirando el grato aroma

de un frondoso naranjal,

 

vi una joven paraguaya

de tierna y hermosa faz,

sentada la pie de un naranjo,

suspirando sin cesar.

 

-¿Por qué suspiras –le dije-

Con tan profundo dolor?

-¡Ay!, suspiro, porque tengo

desgarrado el corazón.

 

La guerra de tres naciones

que a mi patria desoló,

en el mundo abandonada

sola y triste me dejó.

 

Mi padre, siguiendo a López,

allá por Cerro-Corá,

cayó cubierto de heridas

al pasar el Aquidabán.

 

-¿No tienes algún hermano

que mitigue tu dolor?

–Tuve tres, pero yo sola

gimo en la desolación.

 

Uno murió en el Pilar,

otro murió en Tuyutí,

y el tercero defendiendo

las trincheras de Humaitá.

 

-¿Acaso también tu madre

tuvo esa suerte infeliz?

Después de tantas penurias

murió ella también allí.

Las alas rotas

Tú desde entonces eres la elegida

para mi corazón aventurero,

y tenías que ser para mí, pero

¡estabas tan distante de mi vida!

Estabas tan lejana y escondida

en no sé qué recodo de un sendero,

que te buscaba en vano.

 

¡Oh!, el artero

destino cruel de mi ilusión florida.

En la inquietud de mi peregrinaje,

todos los privilegios del paisaje

decoraron mis múltiples derrotas.

Y al fin mi corazón, por un acaso,

se durmió para siempre en tu regazo,

ciego de luz y con las alas rotas.

¡Qué chasco!

Una noche soñé que en blanco lecho

bellísima mujer me acariciaba;

y su corazón, violento, se agitaba

cual si quisiera abandonar el pecho.

 

Yo, como ella, también sentía estrecho

el espacio en que el mío palpitaba,

y ávido de placeres se excitaba,

con el deseo convertido en hecho.

 

Mimos llenos de amor, besos, abrazos.

¡Qué momentos de gozo embriagadores!

Mas ¡ay! Triste de mí. Lo que en mis brazos

 

al despertar hallé: ¿saben lectores,

lo que entre ellos tenia aprisionada?

¡Que era de mi cama la almohada!

Silogismos

En amores hay dolores

pues en amar hay pesar,

y si hay pesar en amar,

son dolores mis amores.

 

Si sufreindo, estoy queriendo,

pues quiero por ser sincero,

es bien probado que quiero

querer estando sufriendo.

 

Muchos, al amor, gozar

llaman, porque bien no aman,

los que bien aman, no llaman

dulce gozar al amar.

 

La pasión a la razón

mata, cuando se está amando,

no se puede gozar, cuando

lucha razón y pasión.

 

Si hay dolores en amores,

queriendo se está sufriendo,

es así que estoy queriendo,

luego yo quiero dolores.

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