Nació en una chacra y desde pequeño se familiarizó con
las faenas rurales y las costumbres del gaucho.
Interesado por la política, emigró a Paraná, intervino en
varias batallas.
Publicó artículos referidos a la cuestión del gaucho y de
la tierra, la política de fronteras y el indio. Todos estos temas vienen articulados literariamente en el
Matín Fierro.
Falleció en su quinta de Belgrano.
(. . .)
Era la casa del
baile
un rancho de mala muerte,
y se enllenó de tal suerte
que andábamos a empujones:
nunca faltan encontrones
cuando un pobre se divierte.
un rancho de mala muerte,
y se enllenó de tal suerte
que andábamos a empujones:
nunca faltan encontrones
cuando un pobre se divierte.
(. . .)
A bailar un
pericón
con una moza salí,
y cuanto me vido allí
sin duda me conoció;
y estas coplitas cantó
como por raírse de mí:
las mujeres son todas
como las mulas;
yo no digo que todas,
pero hay algunas
que a las aves que vuelan
les sacan plumas.
Hay gauchos que presumen
de tener damas;
no digo que presumen,
pero se alaban,
y a lo mejor los dejan
tocando tablas.
con una moza salí,
y cuanto me vido allí
sin duda me conoció;
y estas coplitas cantó
como por raírse de mí:
las mujeres son todas
como las mulas;
yo no digo que todas,
pero hay algunas
que a las aves que vuelan
les sacan plumas.
Hay gauchos que presumen
de tener damas;
no digo que presumen,
pero se alaban,
y a lo mejor los dejan
tocando tablas.
(...)
Se secretiaron las
hembras,
y yo ya me encocoré;
volié la anca y le grité:
¡dejá de cantar– chicharra!
Y de un tajo a la guitarra
tuitas las cuerdas corté.
y yo ya me encocoré;
volié la anca y le grité:
¡dejá de cantar– chicharra!
Y de un tajo a la guitarra
tuitas las cuerdas corté.
(. . .)
Gané en seguida la
puerta
gritando: ¡nadies me ataje!
Y alborotado el hembraje,
lo que todo quedo escuro,
empezó a verse en apuro
mesturao con el gauchaje.
gritando: ¡nadies me ataje!
Y alborotado el hembraje,
lo que todo quedo escuro,
empezó a verse en apuro
mesturao con el gauchaje.
(. . .)
Monté y me largué
a los campos
más libre que el pensamiento,
como las nubes al viento
a vivir sin paradero,
que no tiene el que es matrero
nido, ni rancho, ni asiento.
más libre que el pensamiento,
como las nubes al viento
a vivir sin paradero,
que no tiene el que es matrero
nido, ni rancho, ni asiento.
(. . .)
Monté y me largué
a los campos
más libre que el pensamiento,
como las nubes al viento
a vivir sin paradero,
que no tiene el que es matrero
nido, ni rancho, ni asiento.
más libre que el pensamiento,
como las nubes al viento
a vivir sin paradero,
que no tiene el que es matrero
nido, ni rancho, ni asiento.
José Hernández
(De Martín Fierro)
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