-Antes de que
te lo enseñen por ahí
te lo voy a
explicar yo
-me dijo-
mientras abría
mi cama.
Ya no recuerdo
cuántos años tenía entonces,
si era joven o
vieja.
Sólo recuerdo
el asco
arrastrándose
dedo tras dedo
por las manos
de todos los hombres
-por mis
propias manos-
Por favor,
pasen sin tocar, pasen pasen.
Hasta que un
día encerré el dolor en un frasco
le puse al asco
tu cara
y cerré la
tapa.
Cuando abrí los
ojos habías desaparecido
y por fin pude
besar
los
ansiolíticos dedos de mi amante.
Miriam Reyes
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