(Bahía de Caráquez, Ecuador, 1896 – 1982)
Abogado,
diplomático, periodista y poeta ecuatoriano. En 1976 recibió el honor de ser
coronado como Poeta Nacional.
Entre
sus obras destacaremos “Unción y otros poemas”, ”Canto a Guayaquil”, “Arias
íntimas” y “La senda Florida.”
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Amor
Deja
que venga solo, deja que venga piano,
alegre,
doloroso, como quiera venir…,
que
arome de silencios tu corazón cristiano
y
pueble de luceros tu noche de zafir.
¡Pero
nunca te empeñes en forzar el arcano!
Amor
es un tesoro que cae de la mano…
Es
arpa de los cielos que la tendrás que oír.
Deja
que venga solo…Que llegará en un día
de
sorpresa inefable para mi corazón,
cuando
traigas del valle de tu melancolía
humedad
en los ojos y en los labios canción.
¡Pero
nunca te empeñes con sutil porfía!
...Amor
vendrá de suyo como un Avemaría
a
tu madrugadora campiña de ilusión.
José
maría Egas
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Es
un originalísimo soneto:
Sus
versos son alejandrinos.
No
está estructurado en las estrofas convencionales (dos cuartetos y dos
tercetos).
La
rima está estructurada en dos partes de siete versos cada una, rimando de la
siguiente manera: ABABAAB – CDCDCCD.
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Ultravioleta
He
llegado al más grave silencio religioso.
Despierto
en un milagro fantástico de gemas…
Y
el alma sigue urdiendo su telar misterioso
en
el ritmo ideológico de las cosas supremas.
Escucharé
mi dulce clavicordio sonoro.
Soy
el príncipe rubio de un castillo lejano…
Mi
vida, como esquife sonámbulo de oro,
se
perderá en el ultravioleta de lo arcano.
Sé
que la esfinge de ojos hieráticos y graves
responderá
a mi angustia con sus eternas claves.
Pero
así tendré el vértigo supremo de la altura,
el
placer exquisito de sentir que estoy solo;
y
como un refinado sacerdote de Apolo
oficiaré
en el viejo ritual de mi locura.
José
María Egas
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Soneto
con claras influencias modernistas. Juntocon Humberto Fierro y Caamaño, militó
en el movimiento modernista de su país.
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Bajo
el otoño
El
parque estaba húmedo, gris y convaleciente.
La
tarde se hizo toda languidez femenina.
Y
entre rosas de otoño, bajo la niebla fina,
iba
por el sendero que enjoyaba el poniente…
Iba
por un sendero de rosas…Lentamente
cubríala
un ropaje de seda vespertina…
Y
su elegancia regia de emperatriz latina
triunfó
sobre mis mármoles de orfebre decadente.
Desde
entonces prosigo mi viaje solitario
con
los ojos abiertos sobre el devocionario
y
el alma –con su niebla crepuscular- dormida.
Ella,
como un recuerdo, sonámbula, se aleja…
Y
una dulzura triste como de pena vieja
naufraga
en los otoños celestes de mi vida…
Joseá
María Egas
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Es
un soneto hecho con versos alejandrinos.
Rubén
Darío introdujo esta variante, utilizando versos de catorce en lugar de los
endecasílabos del soneto tradicional. Darío lo tomó de los parnasianos de la
lírica francesa.
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