jueves, 3 de octubre de 2019


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Manuel Acuña (Saltillo, México, 1849 - 1873


Este joven poeta inició su carrera poética a los veinte años y cuatro años más tarde se quitó la vida, ingeriendo cianuro de potasio.

Se dio a conocer a la crítica por su drama “El pasado”. En sus poemas sobresale el tema amoroso y satírico. Su obra poética está recogida en la publicación “Donde las dan las toman”



A Rosario

Esta hoja arrebatada a una corona
que la fortuna colocó en mi frente
entre el aplauso fácil e indulgente
con que el primer ensayo se perdona.

Esta hoja de un laurel que aún me emociona
como en aquella noche, dulcemente,
por más que mi razón comprende y siente
que es un laurel que el mérito no abona.

Tú la viste nacer, y dulce y buena
te estremeciste como yo al encanto
que produjo al rodar sobre la escena;

Guárdala y de la ausencia en el quebranto,
que te recuerde de mis besos, llena,
al buen amigo que te quiere tanto.

Manuel Acuña

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Es un soneto de su poemario “Nocturno a Rosario”. Rosario de la Peña fue el gran amor de su vida. En sus últimos años, el poeta estuvo íntimamente ligado a esta mujer. Parece ser que el peso de este amor tuvo mucho que ver con su trágica muerte.
………

La felicidad

Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el florestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!...

Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad...!

Manuel Acuña

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Bella descripción de la felicidad que proporciona el amor, contada a ritmo de romance.
…………

Pobre flor

-«¿Por qué te miro así tan abatida,
pobre flor?
¿En dónde están las galas de tu vida
y el color?

»Dime, ¿por qué tan triste te consumes,
dulce bien?»
-«¿Quién?, ¡el delirio devorante y loco
de un amor,
que me fue consumiendo poco a poco
de dolor!
Porque amando con toda la ternura
de la fe,
a mí no quiso amarme la criatura
que yo amé.

»Y por eso sin galas me marchito
triste aquí,
siempre llorando en mi dolor maldito,
¡Siempre así!»-
¡Habló la flor!...
Yo gemí... era igual a la memoria
de mi amor.

Manuel Acuña

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Curiosa y original combinación de decasílabos con tetrasílabos.  Éstos, una especie de versos de pie quebrado, con rima aguda todos.
………..

Ante un cadáver

¡Y bien! aquí estás ya... sobre la plancha
donde el gran horizonte de la ciencia
la extensión de sus límites ensancha.

Aqui donde la rígida experiencia
viene a dictar las leyes superiores
a que está sometida la existencia.

Aquí donde derrama sus fulgores
ese astro a cuya luz desaparece
la distinción de esclavos y señores.

Aquí donde la fábula enmudece
y la voz de los hechos se levanta
y la superstición se desvanece.

Aquí donde la ciencia se adelanta
a leer la solución de ese problema
cuyo sólo enunciado nos espanta.

Ella que tiene la razón por lema
y que en tus labios escuchar ansía
la augusta voz de la verdad suprema.

Aquí está ya... tras de la lucha impía
en que romper al cabo conseguiste
la cárcel que al dolor te retenía.

La luz de tus pupilas ya no existe,
tu máquina vital descansa inerte
y a cumplir con su objeto se resiste.

¡Miseria y nada mas! dirán al verte
los que creen que el imperio de la vida
acaba donde empieza el de la muerte.

Y suponiendo tu misión cumplida
se acercarán a ti, y en su mirada
te mandarán la eterna despedida.

Pero, ¡no!... tu misión no está acabada,
que ni es la nada el punto en que nacemos
ni el punto en que morimos es la nada.

Círculo es la existencia, y mal hacemos
cuando al querer medirla le asignamos
la cuna y el sepulcro por extremos.

La madre es sólo el molde en que tomamos
nuestra forma, la forma pasajera
con que la ingrata vida atravesamos.

Pero ni es esa forma la primera
que nuestro ser reviste, ni tampoco
será su última forma cuando muera.

Tú sin aliento ya, dentro de poco
volverás a la tierra y a su seno
que es de la vida universal el foco.

Y allí, a la vida en apariencia ajeno,
el poder de la lluvia y del verano
fecundará de gérmenes tu cieno.

Y al ascender de la raíz al grano,
irás del vergel a ser testigo
en el laboratorio soberano;

Tal vez, para volver cambiado en trigo
al triste hogar donde la triste esposa
sin encontrar un pan sueña contigo.

En tanto que las grietas de tu fosa
verán alzarse de su fondo abierto
la larva convertida en mariposa;

Que en los ensayos de su vuelo incierto
irá al lecho infeliz de tus amores
a llevarle tus ósculos de muerto.

Y en medio de esos cambios interiores
tu cráneo lleno de una nueva vida,
en vez de pensamientos dará flores,

en cuyo cáliz brillará escondida
la lágrima tal vez con que tu amada
acompañó el adiós de tu partida.

La tumba es el final de la jornada,
porque en la tumba es donde queda muerta
la llama en nuestro espíritu encerrada.

Pero en esa mansión a cuya puerta
se extingue nuestro aliento, hay otro aliento
que de nuevo a la vida nos despierta.

Allí acaban la fuerza y el talento,
allí acaban los goces y los males
allí acaban la fe y el sentimiento.

Allí acaban los lazos terrenales,
y mezclados el sabio y el idiota
se hunden en la región de los iguales.

Pero allí donde el ánimo se agota
y perece la máquina, alli mismo
el ser que muere es otro ser que brota.

El poderoso y fecundante abismo
del antiguo organismo se apodera
y forma y hace de él otro organismo.

Abandona a la historia justiciera
un nombre sin cuidarse, indiferente,
de que ese nombre se eternice o muera.

El recoge la masa únicamente,
y cambiando las formas y el objeto
se encarga de que viva eternamente;

La tumba sólo guarda un esqueleto
mas la vida en su bóveda mortuoria
prosigue alimentándose en secreto.

Que al fin de esta existencia transitoria
a la que tanto nuestro afán se adhiere,
la materia, inmortal como la gloria,
cambia de formas; pero nunca muere.

Manuel Acuña

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Beethzart, me dio mucho gusto pasar por aquí y leer lo que has escrito sobre Manuel Acuña, el lugar donde nació está cercas de donde yo vivo Saltillo, Coahuila, ciertamente murió muy joven gozando de éxito pero no del amor de la mujer que amaba y no solo él sino que otros poetas estaban prendados de la hermosura de Rosario de la peña.

Según se cuenta el no pudo soportar el rechazo sutil la indiferencia de Rosario y una tarde se despidió de sus grandes amigos Juan de Dios Peza e Ignacio Ramírez y entre lo que charlaron les dijo que fueran a su casa a buscarlo a cierta hora pero que no fueran ates ni después sino a la hora exacta, todo eso les pareció raro a los también grandes poetas mexicanos y fueron a buscarlo pero llegaron tarde y lo encontraron recostado en la mesa donde escribía y a un lado el poema Nocturno a Rosario, él ya estaba muerto se suicidó bebiendo cianuro, de hecho comentaban en las reuniones sus amigos poetas de su época acerca la melancolía de su voz, la tristeza de su mirada misma que emanaba todo su ser, tanto así que se cuenta que ya muerto de sus ojos brotaban lágrimas, quizás por el amor no correspondido,

Tanto Juan de Dios Peza conocido como el Cantor del hogar e Ignacio Ramíres El Nigromonte, fueron a casa de Rosario para darle la noticia y le mostraron el poema y ella sintió mucho pesar, le dolió su muerte pero más que todo como ella mencionó no deseaba ser conocida como "Rosario la de Acuña".
El poema de Nocturno a Rosario le puso música Manuel María Flores o Manuel M. Flores, como se le conoce también a este poeta y compositor mexicano.
Es uno de mis poetas preferidos, su poema Ante un cadáver me gusta mucho.

Alondra (Lidia Guerra))



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