Alejandra Pizarnic (Buenos Aires, 1936 – 1955)
Estudiante de letras y de pintura, traductora y poetisa.
Entre sus obras, ‘Un signo en
tu sombra’, ‘Los trabajos y las noches’, ‘El infierno musical’, ‘Nombres y
figuras’ y ‘Una noche en el desierto’.
El despertar
Señor
la jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
y mis delirios.
Qué haré con el miedo.
Qué haré con el miedo.
Ya no baila la luz en mi
sonrisa
ni las estaciones queman
palomas en mis ideas.
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos.
Señor,
el aire me castiga el ser.
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre.
Es el desastre.
Es la hora del vacío no vacío.
Es el instante de poner cerrojo
a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
Señor.
Tengo veinte años.
También mis ojos tienen veinte
años
y sin embargo no dicen nada.
Señor,
he consumado mi vida en un
instante.
La última inocencia estalló.
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue.
¿Cómo me suicido frente a un
espejo
y desaparezco para reaparecer
en el mar
donde un gran barco me
esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la
noche?
El principio ha dado a luz el
final.
Todo continuará igual.
Las sonrisas gastadas,
El interés interesado.
Las preguntas de piedra en
piedra.
Las gesticulaciones que remedan
amor.
Todo continuará igual.
Pero mis brazos insisten en
abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde.
Señor,
arroja los féretros de mi
sangre.
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana.
Las floras morían en mis manos
porque la danza salvaje de la
alegría
les destruía el corazón.
Recuerdo las negras mañanas de
sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos.
Señor,
la jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas.
Señor,
la jaula se ha vuelto pájaro.
Qué haré con el miedo.
Hija del viento
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a si misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Imágenes:https://www.google.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario