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María de Rojas y Garay (León de Huánuco, Perú, 1594- 1622)
Escritora y poetisa peruana apodada como ‘Amarilis’.
Conocida por su obra: ‘Epístola a Belardo. ..........
Epístola a Belardo
Tanto como la vista, la noticia de grandes cosas suele las más veces al alma tiernamente aficionarla, que no hace el amor siempre justicia, ni los ojos a veces son jueces del valor de la cosa para amarla, mas suele en los oídos retratarla con tal virtud y adorno, haciendo de los sentidos un soborno (aunque distinto tengan el sujeto, que en todo y en sus partes es perfecto) y que los inflama a todos y busca luego oficiosos modos, con el que pueda entenderse el corazón que piensa entretenerse, con dulce imaginar para alentarse sin mirar que no puede amor sin esperanza sustentarse. El sustentarse amor sin esperanza, es fineza tan rara, que quisiera saber si en algún pecho se ha hallado, que las más veces la desconfianza amortigua la llama que pudiera obligar con amar lo deseado; mas nunca tuve por dichoso estado amar bienes posibles, sino aquellos que son más imposibles. A estos ha de amar un alma osada; pues para más alteza fue criada que la que el mundo enseña; y así quiero hacer una reseña de amor dificultoso, que sin pensar desvela mi reposo, amando a quien no veo y me lastima; ved qué extraños contrarios, venidos de otro mundo y de otro clima. Sal fin de éste, donde el Sur me esconde oí, Belardo, tus conceptos bellos, tu dulzura y estilo milagroso, vi con cuánto favor te corresponde el que vio de su Dafne los cabellos trocados de su daño en lauro umbroso y admirando tu ingenio portentoso, no puedo reportarme, del descubrirme a ti, y a mí dañarme. Mas ¿qué daño podría nadie hacerme que tu valor no pueda defenderme? Y tendré gran disculpa, si el amarte sin verte, fuera culpa, que el mismo que lo hace, probó primero el lazo en que me enlace, durando para siempre las memorias de los sucesos tristes, que en su vergüenza cuentan las historias. Esto mi voluntad te da y ofrece y ojalá yo pudiera con mis obras hacerte prendas de mayor estima, mas donde tanto se merece, de nadie no recibes, sino cobras lo que te debe el mundo en prosa y rima. He querido, pues viéndote en la cima del alcázar de Apolo, con su propio dueño, único y solo. pedirte un don, que te agradezca el cielo, para bien de u alma y mi consuelo. No te albo rote, tente, que te aseguro bien que te contente, cuando vieres mi intento, y sé que lo harás con gran contento, que al liberal no importa para asirle, significar pobrezas, pues con que más se agrada es con pedirle. Yo y mi hermana, una santa celebramos, cuya vida de nadie ha sido escrita, como empresa que muchos han tenido; el verla de tu mano deseamos, tu dulce Musa alienta y resucita, y ponla con estilo tan subido que sea donde quiera conocido y agradecido sea de nuestra santa virgen Dorotea. ¡Oh, qué sujeto, mi Belardo, tienes con que de lauro coronar tus sienes, podrás, si no emperezas, contando de esta virgen las grandezas, que reconoce el cielo, y respeta y adora todo el suelo, de esta divina y admirable Santa su santidad refiere, y dulcemente su martirio canta! Ya veo que tendrás por cosa nueva no que te ofrezca censo un mundo nuevo, que a ti cien mil que hubiera te lo dijeran,
mas que mi Musa rústica se atreva a emprender el asunto a que me atrevo, hazaña que cien Tassos no emprendiera, ellos, al fin, son hombre y temieran, mas la mujer, que es fuerte, no teme alguna vez la misma muerte. Pero si he parecídote atrevida, a lo menos parézcate rendida, con fines desiguales Amor los hace con su fuerza iguales. Y quédote debiendo no que me sufras, mas que estés oyendo con singular paciencia mis simplezas, ocupado continuo en tantas excelencias y grandezas. Versos cansados, ¿qué furor os lleva a ser sujetos de simpleza indiana y a poneros en brazos de Belardo? Al fin, aunque amarguéis, por fruta nueva, os vendrán vuestro gusto bronco y tardo, el ingenio gallardo, en cuya mesa habéis de ser honrados, hará vuestros intentos disculpados, navegad, buen viaje, haced la vela guiad un alma, que sin alas vuela. |
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