Manuel Machado (1874 - 1947)
Sevillano y hermano de Antonio. Ambos colaboraron juntos en la creación teatral de ambiente andaluz como “La Lola se va a los puertos”, “La prima Fernanda”, “Las adelfas”, “Desdichas de la fortuna” etc. Fue un estudioso del cante flamenco y escribió poesías para ser cantadas en los estilos de este cante, como coplas, seguidillas y soleares.
CANTARES
Vino,
sentimiento, guitarra y poesía
hacen los
cantares de la patria mía.
Cantares...
Quien dice
cantares dice Andalucía.
A la sombra fresca
de la vieja parra,
un mozo moreno
rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que
acaricia y algo que desgarra.
La prima que
canta y el bordón que llora...
Y el tiempo
callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos
fatales de la raza mora.
No importa la
vida, que ya está perdida,
y, después de
todo, ¿qué es eso, la vida?...
Cantares...
Cantando la
pena, la pena se olvida.
Madre, pena,
suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros,
negros, y negra la suerte...
Cantares...
En ellos el
alma del alma se vierte.
Cantares.
Cantares de la patria mía,
quien dice
cantares dice Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.
Hay mucha gente
que ignora la existencia de Manuel Machado como poeta. Todos los honores se los
lleva Antonio. Merecidamente, pero es también injusto que su hermano Manuel sea
tan poco conocido y apenas valorado, siendo como es un gran poeta.
Curiosa estructura en estrofas monorrimas, injertando el trisílabo que se repite como motivo.
VERANO
Frutales
cargados.
Dorados
trigales...
Cristales
ahumados.
Quemados
jarales...
Umbría
sequía,
solano...
Paleta
completa:
verano.
Una auténtica filigrana este sonetillo de versos trisílabos. Pinceladas de luz para describir el verano.
RETRATO
Ésta es mi
cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de
hastío y una boca de sed…
Lo demás,
nada… Vida… Cosas… Lo que se sabe…
Calaveradas,
amoríos… Nada grave,
Un poco de
locura, un algo de poesía,
una gota del
vino de la melancolía…
¿Vicios?
Todos. Ninguno… Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo
ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no
negar mi tierra de Sevilla,
Las
mujeres…-sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que
me quiere y otra a quien quiero yo.
Me acuso de no
amar sino muy vagamente
una porción de
cosas que encantan a la gente…
La agilidad,
el tino, la gracia, la destreza,
más que la
voluntad, la fuerza, la grandeza…
Mi elegancia
es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor
helénico y puro, lo “chic” y lo torero.
Un destello de
sol y una risa oportuna
amo más que
las languideces de la luna
Medio gitano y
medio parisién –dice el vulgo-,
Con Montmartre
y con la Macarena comulgo…
Y antes que un
tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido
ser un buen banderillero.
Es tarde… Voy
de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.
Predominan los versos alejandrinos con sus hemistiquios bien marcados y su composición es a base de pareados.
En el poema
expone claramente su escala de valores. Gusta de la vida y de los placeres con
elegancia cultivada y moderación. Prefiere lo tangible y placentero, lo
presente y concreto a lo teórico, especulativo, etéreo e imaginativo.
Es un
“Retrato” lleno de ironía, chispa, gracia sevillana y sentido del humor. El
siguiente pareado es muy significativo:
“Y antes que
un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido
ser un buen banderillero”.
Ausencia
No tienes
quien te bese
tus labios de
grana,
ni quien tu
cintura elástica estreche,
dice tu
mirada.
No tienes
quien hunda
las manos
amantes
en tu pelo
hermoso, y a tus ojos negros
no se asoma
nadie.
Dice tu mirada
que de noche,
a solas,
suspiras y
dices en la sombra tibia
las terribles
cosas...
Las cosas de
amores
que nadie ha
escuchado,
esas que se
dicen los que bien se quieren
a eso de las
cuatro.
A eso de las
cuatro
de la
madrugada,
cuando invade
un poco de frío la alcoba
y clarea el
alba.
Cuando yo me
acuesto,
fatigado y
solo,
pensando en
tus labios de grana, en tu pelo
y en tus ojos
negros....
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