Oscar Alfaro
(Tarija, Bolivia, 1921 – La Paz 1963)
Estudiante de
Derecho, profesor de castellano, periodista, cuentista y poeta.
Entre sus
obras, “Cien poemas para niños”, “El circo de papel”, “Bajo el sol de Tarija”,
“Cajita de música” Y “Alfabeto de estrellas.”
Ronda de paz
Contra la
muerte y la guerra,
blancas rondas
de escolares
envuelven como
collares
el globo azul
de la tierra.
Son los
chiquillos felices
que ignoran
las distinciones
de razas y religiones
de credos y de
países.
Desprecian el
fanatismo
de los hombre
inhumanos
que matan a
sus hermanos
en nombre del
patriotismo.
Un coro de
corazones
empapa todos
los vientos
de risas y de
canciones
de luces y
sentimientos.
Y con un amor
profundo,
los niños
universales
en cadenas musicales,
unen los
pueblos del mundo .
Tengo una sed
infinita
Mocita, cuando
me miras,
te juro que yo
quisiera
beberme de un
solo sorbo
tus ojitos de
uva negra.
¡Ay! Mi gentil
gitanilla,
bella y dulce,
blanda y buena;
Derrámate al
alma mía
como una
lluvia de estrellas.
Tengo una sed
infinita
de niñas
verdes y frescas,
quiero un río
de ternuras
para anegar mi
tristeza.
Gitanilla, la
más linda
de las mozas
tarijeñas,
voy a tomarte
de un trago
en esta tarde
morena.
Porque me han
dicho que tú eres
aquella copa
soberbia
donde el Señor
ha vertido
toda el alma
de esta tierra.
Y he de
llevarte a mis labios,
vaso azul de
mi bohemia
para morir
embriagado
de la dulzura
suprema.
Viaje al pasado
A Doña Carmen
Alfaro, mi madre.
Desde adentro,
desde adentro,
desde el fondo
de un abismo
viene
corriendo a mi encuentro
un niño que
soy yo mismo.
Iluminando el
olvido,
con este niño
en los brazos,
yo voy haciendo
pedazos
los años que
ya he vivido.
En el fondo
del pasado,
hallo mi casa
materna
donde está mi
madre eterna
frente a un
Dios crucificado.
Junto al
molino coplero
lleno de
antiguas fragancias,
sigue jugando
mi infancia
con la hija
del molinero.
En los vientos
pastoriles
desgranan su
florilegio,
de canciones
infantiles
las campanas
del colegio.
Y, perforando
los años,
desde el
abismo profundo
salgo de nuevo
a este mundo
lleno de niños
extraños.
El cantor de
la raza negra
La orquesta
sinfónica de pájaros ofrecía su concierto de todas las tardes en el teatro
redondo del cielo, que estaba repleto de luces.
Un pájaro rojo
con el copete erizado y con trazas de director, dio la señal convenida y todos
los ejecutantes rompieron a tocar sus instrumentos.
-Necesito un
solista para el segundo acto- dijo el pájaro maestro cuando la última melodía
se perdió en el atardecer.
-Quiero una
voz jamás oída y digna de recordarse por todas las generaciones de pájaros
músicos.
-¡Aquí estoy
yo!- dijo el canario y comenzó a trinar con toda la armonía de que era capaz.
Pero el maestro lo interrumpió:
-Ya se
sabe que cantas bien, pero eres
demasiado conocido y yo preciso alguien nuevo.
-Pues entonces
yo seré el solista- dijo el jilguero y lanzó al aire sus gorjeos mágicos, pero
el maestro también le interrumpió:
-Tú eres tan
conocido como el canario.
-Yo cantaré.
Dijo el ruiseñor-mi voz y mi figura se han lucido en los palacios de la China,
de Egipto y del Japón, como lo prueban las historias que sobre mí se han
escrito. Mi linaje de artistas se pierde en la tradición y en los siglos…
-Y por lo
mismo no me sirves, porque eres más conocido que nadie.
-Entonces
canto yo- dijo el tordo, pero su estampa y color hicieron reír a todos los
pájaros.
-¡Qué pretensiones
las de este negro insolente!- dijo el canario.
-¿Cómo es
posible que tú, salvaje ignorante, pretendas rivalizar con nosotros que somos
los príncipes del arte?- le dijo el ruiseñor.
-¿De dónde
saliste tú? ¿Qué antecedentes ilustres tienes? ¿Quién te conoce en la sociedad
de los artistas?- dijo el jilguero.
-Este pájaro
viene de los bosques- explicó el maestro-. Su linaje es tan oscuro como sus
plumas. Pero un artista no vale por lo que fueron sus antepasados, sino por lo
que es él mismo. De manera que dejémoslo cantar.
Y por primera
vez en la historia, se oyó el canto del tordo. El maestro lo escuchaba con los
ojos cerrados. Cuando terminó de cantar, lo abrazó con las alas y le dijo
emocionado:
-Tú serás el
solista. Tienes la voz más armoniosa que he conocido… ¡Eres un digno cantor de
raza negra!
Y desde
aquella tarde, el tordo inició triunfante su carrera artística y llegó a ser
famoso en el mundo entero.
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