jueves, 9 de febrero de 2023

Oscar Alfaro (Tarija, Bolivia, 1921 – La Paz 1963)

Estudiante de Derecho, profesor de castellano, periodista, cuentista y poeta.

Entre sus obras, “Cien poemas para niños”, “El circo de papel”, “Bajo el sol de Tarija”, “Cajita de música” Y “Alfabeto de estrellas.”

Ronda de paz

Contra la muerte y la guerra,

blancas rondas de escolares

envuelven como collares

el globo azul de la tierra.

 

Son los chiquillos felices

que ignoran las distinciones

de razas y religiones

de credos y de países.

 

Desprecian el fanatismo

de los hombre inhumanos

que matan a sus hermanos

en nombre del patriotismo.

 

Un coro de corazones

empapa todos los vientos

de risas y de canciones

de luces y sentimientos.

 

Y con un amor profundo,

los niños universales

en cadenas musicales,

unen los pueblos del mundo .

Tengo una sed infinita

Mocita, cuando me miras,

te juro que yo quisiera

beberme de un solo sorbo

tus ojitos de uva negra.

 

¡Ay! Mi gentil gitanilla,

bella y dulce, blanda y buena;

Derrámate al alma mía

como una lluvia de estrellas.

Tengo una sed infinita

de niñas verdes y frescas,

quiero un río de ternuras

para anegar mi tristeza.

 

Gitanilla, la más linda

de las mozas tarijeñas,

voy a tomarte de un trago

en esta tarde morena.

 

Porque me han dicho que tú eres

aquella copa soberbia

donde el Señor ha vertido

toda el alma de esta tierra.

 

Y he de llevarte a mis labios,

vaso azul de mi bohemia

para morir embriagado

de la dulzura suprema.

Viaje al pasado

A Doña Carmen Alfaro, mi madre.


Desde adentro, desde adentro,

desde el fondo de un abismo

viene corriendo a mi encuentro

un niño que soy yo mismo.

 

Iluminando el olvido,

con este niño en los brazos,

yo voy haciendo pedazos

los años que ya he vivido.

 

En el fondo del pasado,

hallo mi casa materna

donde está mi madre eterna

frente a un Dios crucificado.

 

Junto al molino coplero

lleno de antiguas fragancias,

sigue jugando mi infancia

con la hija del molinero.

 

En los vientos pastoriles

desgranan su florilegio,

de canciones infantiles

las campanas del colegio.

 

Y, perforando los años,

desde el abismo profundo

salgo de nuevo a este mundo

lleno de niños extraños.

 

El cantor de la raza negra

La orquesta sinfónica de pájaros ofrecía su concierto de todas las tardes en el teatro redondo del cielo, que estaba repleto de luces.

Un pájaro rojo con el copete erizado y con trazas de director, dio la señal convenida y todos los ejecutantes rompieron a tocar sus instrumentos.

-Necesito un solista para el segundo acto- dijo el pájaro maestro cuando la última melodía se perdió en el atardecer.

-Quiero una voz jamás oída y digna de recordarse por todas las generaciones de pájaros músicos.

-¡Aquí estoy yo!- dijo el canario y comenzó a trinar con toda la armonía de que era capaz. Pero el maestro lo interrumpió:

-Ya se sabe  que cantas bien, pero eres demasiado conocido y yo preciso alguien nuevo.

-Pues entonces yo seré el solista- dijo el jilguero y lanzó al aire sus gorjeos mágicos, pero el maestro también le interrumpió:

-Tú eres tan conocido como el canario.

-Yo cantaré. Dijo el ruiseñor-mi voz y mi figura se han lucido en los palacios de la China, de Egipto y del Japón, como lo prueban las historias que sobre mí se han escrito. Mi linaje de artistas se pierde en la tradición y en los siglos…

-Y por lo mismo no me sirves, porque eres más conocido que nadie.

-Entonces canto yo- dijo el tordo, pero su estampa y color hicieron reír a todos los pájaros.

-¡Qué pretensiones las de este negro insolente!- dijo el canario.

-¿Cómo es posible que tú, salvaje ignorante, pretendas rivalizar con nosotros que somos los príncipes del arte?- le dijo el ruiseñor.

-¿De dónde saliste tú? ¿Qué antecedentes ilustres tienes? ¿Quién te conoce en la sociedad de los artistas?- dijo el jilguero.

-Este pájaro viene de los bosques- explicó el maestro-. Su linaje es tan oscuro como sus plumas. Pero un artista no vale por lo que fueron sus antepasados, sino por lo que es él mismo. De manera que dejémoslo cantar.

Y por primera vez en la historia, se oyó el canto del tordo. El maestro lo escuchaba con los ojos cerrados. Cuando terminó de cantar, lo abrazó con las alas y le dijo emocionado:

-Tú serás el solista. Tienes la voz más armoniosa que he conocido… ¡Eres un digno cantor de raza negra!

Y desde aquella tarde, el tordo inició triunfante su carrera artística y llegó a ser famoso en el mundo entero.

Imágenes:https://www.blogger.com/

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