René Crével (París. 1900 – 1935)
Junto con André Breton participa en la creación del movimiento
surrealista. Por desavenencias con el grupo, se aleja de él. Se le diagnostica
tuberculosis y, tomando conciencia de la gravedad de su enfermedad y agotado
por los enfrentamientos entre los escritores partidarios de uno u otro movimiento,
se suicida a la edad de 35 años.
Entre sus obras, “La muerte difícil”, Babilonia”, ¿Estáis locos? Y
“Los pies en el plato”
Estas son unas supuestas declaraciones del poeta unos años antes del
suicidio:
“Dicen que uno se suicida por amor, por miedo, por enfermedad... No es
cierto. Todos aman o creen amar, todos tienen miedo a alguna cosa, todos son
más o menos sifilíticos. El suicidio es un medio de selección. Se suicidan los
que no tienen la casi universal cobardía de luchar contra cierta sensación del alma,
tan intensa que hay que tomarla, por el momento, como una sensación de lo
verdadero. Sólo esta sensación permite aceptar la más justa y definitiva de las
soluciones: el suicidio”.
No basta la elocuencia
Mi corazón esta noche oscila
Y se desliza por el filo de un párpado
Lamparilla de miseria
Que no alcanza a iluminar mi
noche.
Hombre negro pero no de ónix,
hombre del color del despecho
Titubeando en las ciénagas de los odios mezquinos
Tú querrías
tal como una alondra su espejo
Un sol donde morir con tu pena
Buscas pero demasiado inquieto
Para encontrar tu paradero
Nada brilla
Ni los ojos, ni el hierro, ni el imán anónimo
Que liberan de los mil clavos
Tus dolores
En lo que el enjambre de las moscas de vuelo claudicante
de las moscas que sólo tienen un ala
Encienden mezquinas estrellas de sangre
Juglar
Juglar de palabras
Tus dichos se estrellan contra los muros
tu angustia -- otra cinta
frívola --
Corona
Un cerebro que ha jugado demasiado al juego de las
equivocaciones
Las cartas de la desesperación
Esta noche
Son iguales a las cartas de las felicidades de antaño
¡ Qué podré decir entonces!
Qué te diré a ti
Hermano nacido de mis pies
Sobre un suelo en el que solo vives para espiarme
Vereda que yo he seguido
Por su mentira de granito
Olvidé que allá lejos estaba el mar
Y he huido del agua espejo de estrellas
Para cantar a una mano
En otra mano
río verde
Infancia plácida
piedad para el hombre que pasa
el hombre que muerde su labio
Con sus labios
Porque tiene miedo de olvidar el sabor de la boca
Timonel moreno vestido de tela azul
Con piel color de cabello,
¡ Hola! hermoso viajero,
Primero ibas hacia el mar
Ahora marchas sobre las olas
Y yo que busco un agujero en el
cielo, un ojo de buey
Yo soy el ahogado de las tierras.
Dime oh mi orgullo que no es
demasiado tarde para jugar al faro.
Y sobre el colchón de hierbas tiernas
desplómate en triángulos de metal.
René Crevel
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