jueves, 31 de octubre de 2019


Romance

Huid de amor, zagalejas;
huid si vivir queréis,
que verme morir amando
escarmiento os puedo ser.
No fiéis de sus caricias,
no de sus gustos fiéis,
que cual sirena engañosa
regala para ofender.
Huid de sus tiranías,
que, disfrazadas, tal vez
áspides son entre flores,
si flores al parecer.
En los tormentos que paso
cerca el ejemplo tenéis;
miradme y veréis, zagalas,
este enemigo quién es.
Mirad la tristeza mía
y en ella conoceréis
su tirano maltratar,
mi continuo padecer.
Mirad mis lágrimas tristes
y en su corriente veréis
desde tirano lo injusto,
desde traidor lo cruel.

Violante do Ceo

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sábado, 26 de octubre de 2019

 Canción del pirata

CON diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín:
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa.
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente, Estambul.

“Navega, velero mío,
sin temor;
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
(…)

Espronceda
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¿Quién no conoce “La canción del pirata”? ¿Quién no sabe de memoria, al menos la primera estrofa?
Merecía la pena recordar una vez más este poema tan popular, por lo menos un buen trozo de él.
José de Espronceda (1808 – 1842) nació en Almendralejo (Badajoz). Si hay un poeta representativo del Romanticismo, éste es Espronceda.
Tiene dos poemas narrativos extensos: “El estudiante de Salamanca” y “El diablo mundo”. Tiene además muchos poemas cortos, que él llamó “Canciones”. Además de “La canción del pirata”, son conocidos “La canción del cosaco”, “El verdugo”. “El reo de muerte”, “El mendigo”… Personajes todos ellos marginados o excluidos de la sociedad. En este sentido puede decirse que es un antecedente de la llamada poesía social.

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lunes, 21 de octubre de 2019


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Ana Inés Bonnin Armstrong (Ponce, Puerto Rico, 1902)


Pintora, música, dramaturga, ensayista y poeta.

Entre sus premios, el “Juan Alcóver” y el “Ciudad de Palma”.

Entre sus obras, “Luz de blanco”, “Fuga”, “Poema de las tres voces”,  “La calle” y “Compañeros de ruta”.


Hombres descalzos

Grávida luz, me hiere tu silencio;
quéjate, grita, rompe la sangre
con un  feroz escalofrío.
Será la muerte, sí, pero no importa.
¡Morir hasta que el mundo resucite!
Morir hasta que sean en el mundo
los hombres recorriéndolo descalzos:
¡La humanidad por fin enriquecida!

Hombres descalzos;
por su planta desnuda, justos, buenos.
Hombres que al ir andando en carne viva
sintieron el dolor de cada hombre
latir en cada piedra que rozaran;
sintieron cada gota de rocío
temblar a cada sed, a cada lágrima,
morir a cada muerte, y gota a gota,
encadenando así nuevos rocíos.

Hombres descalzos;
por su planta desnuda,

sobre la tierra lentos y seguros,
como una enredadera sorprendente,
como si Dios sus águilas postrase,
y fueran en el mundo las palomas.

Ana Inés Bonnín Armstrong

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¡Si yo no te pido tanto!

¡Si yo no te pido tanto!
Amor es lo que pido.
Briznas de amor para esta sed del mundo,
tan grande y tan sumisa.
Un diminuto amor, pero constante,
que dé su mano al que su mano tienda,
que limpie las miradas y los ojos
llene de dulcedumbre.
Algo de mor en esos corazones
que no aman a los niños,
que son capaces de cegar un pájaro,
de aplastar las hormigas.
Algo de amor, apenas un murmullo
de amor en cada pecho de criatura
hacia todos los seres,
hacia todas las cosas.

¡Si yo no pido tanto!
Briznas de amor para esta sed del mundo.

Ana Inés Bonnín Armstrong

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Tú venías

Tú venías.
Sobre un mar infinito de lumbre venias soñando.
Y en tus ojos, despierta, venía la flor en su nieve.
Tantos pájaros eran contigo, que arpegios gozosos
imantaron la seca llanura, ¡y todo fue vuelo!
Fue en el aire canción de azucena tejiendo su encaje.
Fue una danza de luz en espigas fervientes, despacio.
Fue clamor de rocíos abiertos a grávidas lunas
que soñaban tu aurora imposible, tan ansiado rescoldo.
Pude verte, sin ti, junto al eco de aquella “fontana”,
tu “bendita ilusión” abrazándote ya sin huida.
¡Pude verte!
¿Qué umbral te retrajo de mí? ¡Qué desiertos
sobre el mundo mis ojos, poetas! Y, oí tu lirada.
La escuché, derrotando caminos, abriéndome cauces
donde ardía la gota de agua, minúscula y firme,
donde todo, la tierra y el cielo, mi nombre y tu mano,
era, ¡y eran! Por ser con ternura de rosa y de nieve.
Uno a uno se alzaron los nidos.
¡Uno a uno! ¡Qué mor en tus ojos, poeta, qué amor!
¡Cuántos pájaros eran volándote!

Y venías.
Sobre un mar infinito de lumbre venías soñando.

Ana Inés Bonnín Armstrng

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martes, 15 de octubre de 2019


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 Maite Dono (Vitoria, 1969)

Narradora, dramaturga, música y poetisa.

Entre sus obras, “Manta de sombra”, “O mar vertical” “Desilencios” y “Poemas de Mamachán o de cómo prodecen os fardos”.



Poema finale

Distingo los cerrojos de las puertas francas pero prefiero los cerrojos.
Distingo la misericordia de la comida asquerosa pero prefiero la comida asquerosa.
Distingo la soledad de su cuerpo abierto, ofrecido pero prefiero estar sola.
Distingo los conejos ciegos y carcomidos
de las espabiladas ardillas
pero prefiero mil veces os conejos ciegos y carcomidos.
Distingo las lagunas sucias e insalubres de los grandes bosques
y los grandes ríos
pero refiero las lagunas sucias e insalubres (…)
Recoged mis huesos cuando os llame.
Cuando diga que el sol ha herido la estancia y abrasado mi cuerpo.
Cuando diga que huele en exceso a clorofila.
Nunca os he amado.


Es extraño
ya he sucedido
Nada siento
Una gaviota dibuja a plumilla
Cuatro líneas paralelas de cable de tender
Vacías.

Maite Dono

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jueves, 10 de octubre de 2019


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Hermanos Bartolomé y Lupercio de Argensola


Bartolomé (Barbastro, Huesca, 1562 – 1631)
Sacerdote, capellán de la emperatriz María de Austria, poeta e historiador.
Escribió ‘Rimas’ y una continuación de los ‘Anales de Aragón’.



Lupercio (Barbastro, Huesca, 1559 . 1613)
Historiador, dramaturgo y poeta.

Escribió ‘Isabela y Alejandra’ ‘Rimas’ junto con su hermano y ‘0Anales de la Corona de Aragón’.


Una mujer que se afeitaba y estaba hermosa

Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
que ese blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.

Pero, tras eso, confesaros quiero
que, es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual en rostro verdadero.

Así ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así naturaleza?

Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo ni es azul: lástima grande
que no sea verdad tanta belleza.

(Soneto atribuido tanto a uno como al otro de los hermanos Argensola)

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