lunes, 9 de agosto de 2021

Alejandra Pizarnic (Buenos Aires, 1936 – 1955)

Estudiante de letras y de pintura, traductora y poetisa.

Entre sus obras, ‘Un signo en tu sombra’, ‘Los trabajos y las noches’, ‘El infierno musical’, ‘Nombres y figuras’ y ‘Una noche en el desierto’.

El despertar

 

Señor

 la jaula se ha vuelto pájaro

y se ha volado

y mi corazón está loco

porque aúlla a la muerte

y sonríe detrás del viento

y mis delirios.

 

Qué haré con el  miedo.

Qué haré con el miedo.

 

Ya no baila la luz en mi sonrisa

ni las estaciones queman palomas en mis ideas.

Mis manos se han desnudado

y se han ido donde la muerte

enseña a vivir a los muertos.

 

Señor,

el aire me castiga el ser.

Detrás del aire hay monstruos

que beben de mi sangre.

 

Es el desastre.

Es la hora del vacío no vacío.

Es el instante de poner cerrojo a los labios

oír a los condenados gritar

contemplar a cada uno de  mis nombres

ahorcados en la nada.

 

Señor.

Tengo veinte años.

También mis ojos tienen veinte años

y sin embargo no dicen nada.

 

Señor,

he consumado mi vida en un instante.

La última inocencia estalló.

Ahora es  nunca o jamás

o simplemente fue.

 

¿Cómo me suicido frente a un espejo

y desaparezco para reaparecer en el mar

donde un gran barco me esperaría

con las luces encendidas?

 

¿Cómo no me extraigo las venas

y hago con ellas una escala

para huir al otro lado de la noche?

 

El principio ha dado a luz el final.

Todo continuará igual.

Las sonrisas gastadas,

El interés interesado.

Las preguntas de piedra en piedra.

Las gesticulaciones que remedan amor.

Todo continuará igual.

 

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo

porque aún no les enseñaron

que ya es demasiado tarde.

 

Señor,

arroja los féretros de mi sangre.

 

Recuerdo mi niñez

cuando yo era una anciana.

Las floras morían en  mis manos

porque la danza salvaje de la alegría

les destruía el corazón.

 

Recuerdo las negras mañanas de sol

cuando era niña

es decir ayer

es decir hace siglos.

 

Señor,

la jaula se ha vuelto pájaro

y ha devorado mis esperanzas.

 

Señor,

la jaula se ha vuelto pájaro.

Qué haré con el miedo.

Hija del viento

 

Han venido.

Invaden la sangre.

 Huelen a plumas,

a carencias,

a llanto.

Pero tú alimentas al miedo

y a la soledad

como a dos animales pequeños

perdidos en el desierto.

 

Han venido

a incendiar la edad del sueño.

Un adiós es tu vida.

Pero tú te abrazas

como la serpiente loca de  movimiento

que sólo se halla a si misma

porque  no hay nadie.

 

Tú lloras debajo del llanto,

tú abres el cofre de tus deseos

y eres más rica que la  noche.

 

Pero hace tanta soledad

que las palabras se suicidan.

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