viernes, 30 de diciembre de 2011

Noche oscura

Una amante inflamada de amores, sale de su casa de noche y en secreto, en busca del amado.
Nada le importa, sólo se guía por la llama ardiente del corazón. Su amado la espera en un lugar oculto y secreto que ella sólo sabe y allí se dirige para ser la “amada en el amado trasformada”.
Y con la complicidad de la naturaleza, en ese lugar idílico, tendrá lugar la unión, la consumación y el éxtasis.


Sin embargo, San Juan de la cruz no se refiere al amor entre hombre y mujer, este amor humano descrito con sentimiento erótico insuperable, es sólo una metáfora del amor entre el alma (esposa amante) y Dios (el amante esposo que la espera).
Como explica el mismo autor, es el “gozo del alma por haber adquirido el estado de perfección, que es la unión con Dios”.
Todos los comentaristas coinciden en distinguir en este texto (también en CÁNTICO) las tres etapas o vías místicas en el camino del alma en su proceso de acercamiento hacia Dios:
La vía purgativa (3 primeras estrofas). Oscuridad.
La vía iluminativa (estrofas 4 y 5). Luz.
La vía unitiva (las tres últimas estrofas). Unión.



Noche oscura

En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada,

A oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en sitio donde nadie aparecía.

¡Oh nche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche, que juntaste
amado con amada
amada en el amado transformada!

En mi pecho florido
que entero para él sólo guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

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