miércoles, 31 de octubre de 2018


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Cleto Torrodellas Español (Estadilla, 1868 .-1939)

Por ser de profesión herrero, fue conocido como ‘El herrero de Estadilla’. 

Escritor y poeta en aragonés bajorribagorzano.

Entre sus obras, ‘Cleto Torrodellas: Versos y romances en ribagorzano


El banco de los viejos

Banco de llosas gastadas,
banco de la plaza’l sol
que das entrada a los viejos
como por escalafón.
Onque me causes tristeza
ya fa años que te me miro:
per un lau te tiengo miedo
y al mismo tiempo cariño.
Tiengo los seenta y cinco
y los tiengo prou gastados,
y viengo a pedí la’ntrada
 como los demás ancianos.
M’acordo, fa muchos años
de cuan eba yo zagal
ve aquí asentau a mi agüelo,
con otros viejos hablán.
Yo pasaba ta las monjas
corrén, perqu’eba travieso,
y mi yayo me llamaba
pa mócame y dame un beso.
¡Cómo van pasá los años!
M’está parecén un sueño:
como si hablasen d’ayer
y hoy ya soy yo aquel viejo.
Ya m´he d’asentá en el banco
per sé pesáu está drecho,
y a los fillos de mi filla
tamé los moco y los beso.

¡Oh, cadena misteriosa
que d’el otro mundo’stira,
que ñ’hay pa siglos y siglos
y may la verén rompida!
La chen pedrica a su antojo,
s’escita la cencia sabia:
que si blanco que si negro,
¡y  ninguno sabe nada!
El misterio d’este mundo,
no mo’y tenín qu’empeñá,
que  no más lo sabe ben
el que fa llové y nevá.
Lo acertáu é el sé güenos;
esto per ley natural,
en esta y en la otra vida
may mos podrá salí mal.
¿Qué mos llama’l otro mundo?
No mos dé ninguna pena:
lo mismo al pobre qu’al rico
los engancha la cadena.
Y no se pensen aquels
millonarios de cuantía
que allá tendrán influencia
lo mismo que en esta vida.
Ya pueden ixes ricazos
fé entierros con elegancia,
con dos docenas de curas,
coronas y cajas majas.

Ya pueden posaye’n dentro
adrezos d’oro y de pllata,
que si llevan l’alma negra
u de pecados manchada…
con tanta fanfulería
como si no fesen nada.
En el cielo no rellucen
adrezos d’oro y de pllata:
allí lo que más s’aprecia
é una alma pura y santa.
Y podría dase’l caso
qu’en el banco de la pllaza
 ñ’heiga unos ancianos pobres
con un alma limpia y sana.
Ya m’estoy imaginán
cuan un rico allegue al cielo
y que san Pedro le diga:
¿Qué s’ofrece, caballero?
Pues vengo a vos a deciros
que me ha tocado morir
y que con vuestra influencia
me coloquéis bien aquí.
Medio millón de pesetas
he dejado para misas
y medio más para coches,
caja, coronas y cintas.
¡Oh, señor, mi buen señor!
Con eso  no hacemos nada;
para buen sitio en el cielo
es según como está el alma.
Daré parte al Soberano,
como hago cada día,
ye él le dará la sala
que usted tenga merecida.
Y podría dase’el caso
qu’aq uel rico millonario
tienga su puesto en el cielo
 más malo qu’un desgraciado.
En este mísero banco
apenas se y senta un rico;
esto lo viengo oserván
desde que yo eba muy chico
Aquí se asenta l’inculto,
los que no’stan ilustrados
y los que producen siempre
ín per el  monte arrastrados.
Con que nada, compañeros,
pecho adelante y preparados;
no tiengan miedo a morí,
que Dios a los desgraciados
mos guarda muy güenos puestos
si semos güenos y honrados.
No más me queda alvertí,
esto pa los chovenastros,
que respeten ben las canas
y conserven estes bancos
pa asentase cuan les toque
como mos toca a nusatros.

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