jueves, 28 de marzo de 2019


Cien años de soledad

Peligroso es observar la belleza de las mujeres

El caso de Remedios ‘la bella’ (personaje de G.G. Márquez en ‘Cien años de soledad) es ejemplarizante:
Bisnieta de Úrsula la cofundadora de Macondo, es famosa en todo el contorno por su belleza deslumbrante, de modo que de todas partes, aún los más descreídos acudían a misa los domingos para verla. “Hombres expertos en trastornos de amor, probados en el mundo entero, afirmaban no haber padecido jamás una ansiedad semejante a la que producía el olor natural de Remedios la bella”.
Andaba totalmente desnuda por la casa pues ella entendía “que era la única forma decente de estar por casa”. “No entendía por qué las mujeres se complicaban la vida con corpiños y pollerines, de modo que se cosió un balandrán de cañamazo que sencillamente se metía por la cabeza y resolvía sin más trámites el problema del vestir”

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Ella era inocente, no se proponía este poder seductor que ejercía en los hombres, Sin embargo ocasionaba estragos en aquellos que se obsesionaban e insistían en la contemplación de su belleza. Este poder seductor llevaba parejo la muerte y hasta cuatro pretendientes  aparecieron muertos, víctimas de inverosímiles desgracias misteriosas. Esto le ocurrió a la última de sus víctimas:

“..y se encerraba hasta dos horas desnuda en el baño, matando alacranes…Un día, cuando empezaba a bañarse, un hombre levantó una teja del techo y se quedó sin aliento ante el tremendo espectáculo de su desnudez. Ella vio los ojos desolados a través de las tejas rotas y no tuvo una reacción de vergüenza, sino de alarma.
-Cuidado –exclamó-. Se va a caer.
-Nada más quería verla –murmuró el forastero-
-Ah, bueno –dijo ella-. Pero tenga cuidado que esas tejas están podridas.
(…)
“Las tejas podridas se despedazaron en un estrépito de desastre. Y el hombre apenas alcanzó a lanzar un grito de terror, y se rompió el craneo y murió sin agonía en el piso de cemento.”

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Remedios era ingenua e inocente, quizá por eso le ocurrió, acaso como premio, lo que siguiente:

Asunción de remedios

“Acabó de decirlo cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.”

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