Ítaca
¿Y quién alguna vez no estuvo
en îtaca?
¿Quién no conoce su áspero
panorama,
el anillo de mar que la
comprime,
la austera intimidad que nos
impone,
el silencio de suma que nos
traza?
Ítaca nos resume como un libro,
nos acompaña hacia nosotros mismos,
nos descubre el sonido da la
espera.
Porque la espera suena:
mantiene el eco de voces que se
han ido.
Ítaca nos denuncia el latido de
la vida,
nos hace cómplices de la
distancia,
ciegos vigías de una senda
que se va haciendo sin
nosotros,
que no podremos olvidar porque
no existe olvido para la
ignorancia.
Es doloroso despertar un día
y contemplar el mar que nos
abraza,
que nos unge de sal y nos
bautiza como nuevos hijos.
Recordamos los días del vino
compartido,
las palabras, no el eco;
las manos, no el diluido gesto.
Veo el mar que me cerca,
el vago azul por el que has
perdido,
compruebo el horizonte con
avidez extenuada,
dejo a los ojos un momento
cumplir
su hermoso oficio; luego,
vuelvo la espalda
y encamino mis pasos hacia
Ítaca.
Francisca Aguirre
Imagen:https://www.google.com
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